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jueves, 19 de noviembre de 2015

El soporte a las segundas víctimas, por Mari Cruz Martín


La Seguridad del Paciente se ha convertido en un reto y en una prioridad de todos los sistemas sanitarios. A pesar de ello, todavía son muchos los pacientes que sufren daños derivados de la atención sanitaria [i].

Cuando se produce un daño grave al paciente, los pacientes y sus familiares deben ser apoyados por la organización y recibir la información adecuada. Pero los profesionales y las instituciones también puede sufrir las consecuencias de estos eventos adversos. 




El término «segunda víctima» fue introducido por Wu [ii] en 2000 para referirse al profesional que participa en un evento adverso y que queda traumatizado por esa experiencia o que no es capaz de afrontar emocionalmente la situación.

Las reacciones emocionales más comunes en las segundas víctimas son: ansiedad, obnubilación, confusión, falta de concentración en la tarea, despersonalización, frustración, sentimientos de culpa, tristeza, cambios de humor, insomnio, re-experimentación del suceso, dudas sobre la propia capacidad profesional, miedo a las consecuencias legales y a la pérdida de reputación. Todo ello puede llevar a consecuencias personales y profesionales a medio-largo plazo como el consumo de sustancias nocivas, cambios en la actitud frente al trabajo, abandono de la profesión o incluso conductas suicidas.



En nuestro país recientemente se han desarrollado diferentes iniciativas que promueven tanto el proceso de información de eventos adversos a pacientes y familiares como el soporte a segundas víctimas y a las propias instituciones a través de la elaboración de planes de crisis.

La conferencia de consenso «Información sobre eventos adversos a pacientes y familiares» [iii], promovida por el Área de Salud del ISDE recomienda elaborar políticas y guías institucionales que favorezcan el proceso de información sobre eventos adversos a los pacientes. Destaca la necesidad de formación de los profesionales en habilidades de comunicación así como, el desarrollo de estrategias de soporte a los profesionales que se ven implicados en un evento adverso.

La Estrategia de Seguridad del Paciente del Sistema Nacional de Salud 2015-2020 [iv] incluye en sus líneas estratégicas ofrecer a los pacientes que han sufrido un evento adverso grave información a tiempo, clara sincera y oportuna sobre los que ha sucedido, y ofrecer apoyo a los profesionales implicados en un EA grave.

El Sistema Español de Notificación en Seguridad en Anestesia y Reanimación (SENSAR) ha publicado “La Guía de respuesta a un Evento Adverso” [v]. La guía estimula la comunicación abierta, sincera y empática con el paciente y la familia; facilita herramientas para dar apoyo emocional, profesional y legal al equipo de profesionales implicados en un evento adverso, promoviendo procesos que aseguren que el sistema ha sido revisado para prevenir riesgos similares en el futuro.

El Grupo de investigación de Segundas y Terceras Víctimas ha elaborado una guía de Recomendaciones para ofrecer una adecuada respuesta al paciente tras un evento adverso y atender a las segundas y terceras víctimas. Incluye un programa de intervención dirigido a los profesionales sanitarios [vi].

Todas estas iniciativas deberían promover e incentivar que el sistema sanitario sea capaz de proporcionar el soporte necesario no solo a pacientes y familiares, sino también a los profesionales y a las propias instituciones que se ven involucrados en un evento adverso mientras se sigue trabajando en ofrecer una atención sanitaria más segura.

Dra. Mari Cruz Martín.
Jefa del Servicio de Medicina Intensiva.
Vicepresidenta de SEMICYUC.


Referencias

[i] James JT. A New, Evidence-based Estimate of Patient Harms Associated with Hospital Care: J Patient Saf. 2013;9(3):122-8.

[ii] Wu AW. Medical error: the second victim. The doctor who makes the mistake needs help too. BMJ. 2000; 320(7237): 726-727.

[iii] Martín-Delgado MC, Fernández-Maillo M, Bañeres-Amella J, Campillo-Artero C, Cabré-Pericas L, Anglés-Coll R, Gutiérrez-Fernández R, Aranaz-Andrés JM, Pardo-Hernández A, Wu A.[Consensus conference on providing information of adverse events to patients and relatives].Rev Calid Asist. 2013 Nov-Dec;28(6):381-9

[iv] Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Estrategia de Seguridad del Paciente del Sistema Nacional de Salud. Periodo 2015-2020.
 

miércoles, 24 de junio de 2015

La particularidad del error en Enfermería, por Francisco Cebrián Picazo


Escribir sobre un error propio y realizar autocrítica siempre es más complicado que hacerlo sobre un acontecimiento positivo. Yo he tomado la “arriesgada” decisión de escribir sobre un error. De alguna manera recordar implica revivir, hacer presente algo que ha sucedido y no solo en su contenido racional sino también en el emocional.
 
Empatizar es una cuestión doble: emocional y racional.
 
Intento llamar la atención sobre la importancia de nuestra labor como enfermeras y la conciencia de la total “entregabilidad” del paciente en nuestras manos en una faceta muy importante de nuestra forma de atender a las alteraciones de salud en nuestro entorno sanitario: la administración de fármacos.
 
Quería elaborar este escrito porque uno puede suponer que un error en la administración solo puede ocurrir en personal en formación con poca experiencia, al inicio de la vida laboral, quizás. En mi caso particular no fue el desconocimiento del fármaco en cuestión, ni la dosis administrada, ni la hora, ni el paciente, ni la vía de administración (por recordar la regla de las cinco comprobaciones). Se trató únicamente de un error en la manipulación de una bomba de infusión de doble canal. No fue un desconocimiento de la misma sino un error en el uso de ella.
 
El resultado, un bolo de una perfusión de noradrenalina que ocasionó un pico hipertensivo en la paciente seguido de una acusada hipotensión. La actuación tras la constatación del error fue rápida, parando la bomba, extrayendo sangre de la luz para minimizar el fármaco circulante e informando rápidamente de la situación al médico responsable. Sin embargo, el error ya estaba ahí y la noradrenalina, tozuda, seguía haciendo su efecto alfa y beta adrenérgico.
 
 
 
 
En esos momentos había más de un enfermo en el box. 
 
Para mí, dicho error me ha hecho reflexionar nuevamente (como si no lo hubiera hecho en incontables ocasiones) y he querido compartir esta reflexión a través de un escrito que puede caer eventualmente en manos de una persona que podría ver lejanos esta clase de errores.
 
Todos los profesionales de cualquier ámbito pueden cometer más o menos errores en su vida profesional, así como más o menos actuaciones brillantes. Todos conocemos y/o cometemos algún error, pero ¿cuál es la especificidad del error enfermero? Obviamente que somos el último eslabón en la cadena de administración de fármacos (dejando a un lado el tema de la adhesión terapéutica de un paciente “autónomo”).
 
A lo largo de mi trayectoria profesional no son incontables, pero tampoco pocas, las situaciones en las que personalmente he llamado la atención sobre un fármaco pautado al cual era alérgico el paciente, sobre una dosis excesiva debido a un error de hecho o de otro tipo, sobre una incompatibilidad farmacológica o sobre un olvido en la pauta de un fármaco. Nada excepcional. Es simple y llanamente mi obligación.
 
Por el contrario, en mi error, nada/nadie me pudo asistir; la especificidad del trabajo enfermero, entre otras, es ésa: estar en la cabecera de la cama, al otro lado de la luz del catéter, cerrando y abriendo vías de administración, al mando de los botones de una bomba de infusión.
 
Tres horas después de aquel error, con todo restablecido totalmente (salvo yo), pude constatar mi vertiente más bipolar cuando pasé de un valle emocional a una situación de tranquilidad y bienestar (similar a un tibio sol de atardecer). Fue cuando, lentamente, apoyado en un bastón, pasaba al box el anciano marido de la paciente. Detrás iba su nieta. Ambos con esa mezcla de tristeza y asombro que tienen los familiares al entrar en una UCI. Tristeza de ver a su familiar con múltiples cables y tubos por la totalidad de su cuerpo y asombro por descubrir un universo de aparatos y pantallas con caprichosas líneas de diversos colores sobre las que se presupone que dictan el estatus vital de su ser querido.
 
Sentado en una parte del control desde la que podía observar la situación asistí feliz a esa entrada.
 
Muchos familiares de pacientes intubados en UCI te buscan al entrar al box porque quieren de alguna forma canalizar su deseo de comunicarse con su ser querido a través del profesional enfermero. En cierto sentido, en esos momentos cumplimos una función chamanística. Tras observar durante unos momentos a los familiares en sus primeras evoluciones en el box y “requerirme” mediante la mirada me acerqué al box. Aunque, más bien, creo que en este caso fue al revés, yo me acerqué al box porque quería hablar con ellos y que de alguna forma me ayudaran a conectarme con ella para… ¿pedirle perdón?
 
Aunque emocionalmente agotado, terminé el turno feliz al haberse solucionado la situación y al ser consciente de que mi vocación enfermera estaba “a prueba de bombas”.
 
Relatos: Metas de Enferm feb 2011; 14(1): 73-74007474

Francisco Cebrián Picazo
Enfermero de la Unidad de Cuidados Especiales del Hospital de Hellín (Albacete).

viernes, 8 de mayo de 2015

Hablando de Justicia, por Yasmina Díaz


Hace unos días asistí en Barcelona a una conferencia impartida por Lynda Carpenito, enfermera responsable del Modelo Bifocal creado en 1983 para la práctica clínica. El Modelo Bifocal intenta identificar los tipos de problemas independientes (propios de la disciplina) e interdependientes (en colaboración con otro profesional del equipo).

Y no fui la única interesada en la conferencia .

En su presentación hablaba de la comunicación responsable, y de la importancia de generar una Cultura Justa. Entiende la justicia, no desde un punto de vista moral del cuidado, si no de forma más pragmática. 

Una Cultura Justa es aquella que enfoca y revisa las cuestiones relacionadas con el sistema que lleva a los individuos a adherirse a comportamientos poco seguros, a la vez que mantiene la responsabilidad individual estableciendo tolerancia cero a los comportamientos temerarios. Es decir una cultura donde la honestidad protege al paciente.

Su planteamiento es interesante, y me generó algunas preguntas:

¿Somos capaces de asumir las críticas de los compañeros en nuestras UCIs? Y ¿Podemos sentirnos profesionales “libres” a la hora de comunicar errores?

Desde la publicación de “Err Is Human, Building a Safer Health System” (Linda T. Kohn, Janet M. Corrigan, and Molla S. Donaldson, en 1999) la cultura de seguridad ha ido invadiendo el sistema sanitario. Es cierto que según esta “perspectiva segura”, son los sistemas y no las personas las que permiten los errores. Pero somos las personas las que tenemos la capacidad de comunicarnos, y por lo tanto somos responsables de cómo lo hacemos. Los sistemas, a veces perversos, no tienen esa responsabilidad por sí mismos.

Creo que generar ambientes más “justos” de trabajo, implica no tener miedo a decir lo que hacemos mal, ni a expresar nuestras sospechas en cuanto al trabajo de otros compañeros. 




Un error puede cambiarte la vida, puede hacer que pierdas de vista al profesional que eras, pero si somos capaces de hablar de ello, de prepararnos para los errores, y de compartirlos, nuestras UCIs seguramente serán más seguras, y según L.Carpenito, también más justas.

Yasmina Díaz
DUE del Hospital Clinic de Barcelona

martes, 7 de abril de 2015

I Edición del Premio a las Mejores Iniciativas de Seguridad del Paciente


Hola a tod@s, mis queridos amig@s:

De la mano de María Jesús Ballesta hemos conocido la convocatoria la primera edición del Premio a las Mejores Iniciativas en Seguridad del Paciente, del grupo IDCsalud-Quirón.




Con estos premios, se pretende fomentar el desarrollo de prácticas seguras para los usuarios y profesionales de la sanidad, reconociendo económicamente los mejores proyectos de 2014 y 2015.

Hasta el 10 de mayo se podrán presentar los proyectos (ver bases en el link del Premio).  Esta convocatoria está abierta a todas aquellas personas o entidades con proyectos enmarcados dentro de las 12 áreas de seguridad del paciente establecidas por la OMS. Los aspirantes podrán pertenecer a centros sanitarios tanto públicos como privados, o a instituciones relacionadas con la sanidad como sociedades científicas o asociaciones de pacientes, entre otras, y podrán presentar tantas iniciativas como consideren relevantes para esta primera edición.

Los trabajos ganadores serán anunciados durante el II Seminario Internacional de Seguridad del Paciente y Excelencia Clínica, que tendrá lugar el próximo 28 de mayo de 2015 en el Aula Magna de la Fundación Jiménez Díaz en Madrid.

Desde Proyecto HU-CI os animamos a que enviéis vuestras propuestas y que compitáis por haceros con uno de los premios, que al fin y a la postre, redundarán en el beneficio de tod@s: pacientes, familias y profesionales.

Feliz Martes,
Gabi

martes, 27 de enero de 2015

Humanizar la Seguridad, por José María Ruiz Ortega


No existen centros sanitarios ni servicios ni unidades libres de errores profesionales. Hace poco más de un año, en septiembre de 2013, un estudio publicado en el Journal of Patient Safety (1) concluye que los errores médicos provocan 440.000 muertes al año, por lo que son la tercera causa de muerte en EEUU, por detrás de las enfermedades cardíacas y del cáncer.

Nuestro complejo sistema sanitario no permite una análisis simplista de los errores y es hora que empiece a superar esos ajustes etiológicos clásicos e investigar más allá, hacia lo que algunos autores denominan “causa de las causas” (2). La notificación de incidentes, su monitorización, análisis y tratamiento son útiles y se  reconoce que ayudan a atenuar la comisión de errores (significativamente las repeticiones de los mismos), pero no bastan porque no se ha traducido en una mejora general de la tasa de errores.

Creo que hay que traspasar este tratamiento causal sistémico o el basado en fallos humanos. Solo puede conseguirse una atención clínica más segura cuando los profesionales de la salud puedan interaccionar con los pacientes desde una perspectiva que transcienda la enfermedad para centrarse en la persona. Paradójicamente, la creciente medicalización de la vida y sus problemas asociados, inducidos por un sistema de salud estratificado (“cachitología”) de más, “tecnólatra”, hace cada día más insegura la asistencia sanitaria que reciben los ciudadanos. 

Una atención holística y preventiva, en su vertiente cuaternaria, debiera constituirse como la base de la filosofía predominante en los programas de seguridad de los pacientes. Ha quedado constatado que aquellos que contactan con el sistema de salud directamente por el hospital son más propensos a ser víctimas de incidentes y accidentes que aquellos otros que se canalizan a través de la atención primaria. 

Esta visión necesita de una transformación en la formación y modo de actuar de los profesionales, ritmo de cambio que entre todos deberíamos acelerar. Más que centrar el actual modelo en el paciente (aunque considero que nuestro modelo sanitario está organizado alrededor de los intereses institucionales y profesionales) hay que modelarlo en torno a las personas. Hay que darles la opción de participar, de tomar decisiones. 

En más de una década poco se ha avanzado. Como mucho hemos determinado el principio activo que puede mejorar un síntoma pero no el mecanismo de acción que conduce a la génesis de numerosos efectos secundarios. Existe incertidumbre sobre los resultados de las numerosas iniciativas (loables todas ellas) que se han puesto en marcha para la mejora de la seguridad de los pacientes. 

Llamo la atención al poco valor que se le concede a la “no acción” aunque es una herramienta cargada de futuro. Una forma superficial de leer la realidad es considerar como acertado los resultados de actuar de manera obligada. El devenir de esta crisis que estamos viviendo ha realzado la pasividad como una estrategia de alto valor. Consideremos una inacción apasionada, intensa y encendida centrada en la persona antes que en el paciente. Después de todo, y a pesar de un sistema esclerosado, una de las cosas que resultan más efectivas y cuasi revolucionaria, es la pasión con la que el profesional pueda ejercer su profesión y la relación “cara a cara” que establece con la otra persona (su “paciente”). Lo demás es un mediador en el acontecimiento mágico de la relación pasional entre el profesional sanitario y su paciente. No la perdamos; recuperémosla. Por su seguridad; por la nuestra.

La evolución de este devenir “no humanista” (cavernario) será un refinamiento de las tecnologías de control en “dispositivos infalibles” con un sistema cada vez más vulnerable al mínimo accidente de un solo cuerpo. ¿Nos sirve de ejemplo la crisis del ébola?. Un planeta de salud protocolizado y tecnificado puede quedar a merced de un solo cuerpo con un carácter definitivamente letal. 

El entusiasmo inicial por la seguridad de los pacientes fue acompañado por un laberinto mágico en la búsqueda de soluciones para el error profesional. Se pecó de una ingenuidad mayúscula aún a pesar que la adopción de herramientas de otros sectores más seguros (aviación, nuclear, etc.) y la propia cultura de seguridad, en fase más que embrionaria, han logrado que la seguridad de los pacientes sea habitual en los discursos estratégicos de los sistemas de salud. 

La baja adherencia a estos programas, el alcance limitado de las intervenciones y su basamento en una evidencia escasa han hecho que fracasen las estrategias iniciadas, al menos, en términos de resultados. Igualmente podríamos invocar como razones del escaso éxito, las intervenciones dirigidas a hospitales (y no a primaria), a los procesos agudos de la enfermedad y la prevención, por encima de otras, de errores mediáticos o de bulto (lado equivocado, errores de medicación).

Una visión amplia de la seguridad de los pacientes sería aquella que considera los eventos adversos, no como episodios concretos, sino fracasos acumulados durante el trayecto de la persona a lo largo del itinerario de salud. Los profesionales sanitarios entendemos más de problemas evitables que de indicadores o cuadros de mandos. Los esfuerzos estratégicos siguen yendo por esa línea obviando que son mucho más efectivas las pequeñas victorias locales que rellenen la brecha de humanización que impera en nuestros centros, balanceando la evidencia y la experiencia con la búsqueda del conocimiento que conlleve a la seguridad del paciente a través del humanismo, casi siempre relegado. Estamos en un modelo de despotismo ilustrado ya que machaconamente ponemos el énfasis en que todo lo hacemos centrado en el paciente sin contar con él (obviamos sus opiniones, sus expectativas y su experiencia de enfermedad). 

Entre las condiciones de la atención que favorecen la credibilidad se encuentran el compromiso, la empatía (escuchar, comprender sus pensamientos y emociones) y la honestidad (credibilidad profesional). Para encontrarse en un sistema humanizado se requiere poder utilizar la libertad como enfermo, como paciente, como persona y como ciudadano (3). 

Bienvenido el proyecto HU-CI; estimarán vuestros aciertos aquellos a quienes sorprendáis con vuestras novedades. En nuestra actividad podemos decidir entre dos grandes opciones: la de reinventarnos o prepararnos para una lenta decadencia.

Extended el proyecto entre el resto de unidades y servicios.
La seguridad de los pacientes, entonces si se hará efectiva. Lo otro, siendo necesario, aún tiene que demostrarse.

Gracias en nombre de todos los que estamos preocupados por la seguridad de los pacientes. Y enhorabuena. 
José María Ruiz Ortega
Presidente de AEGRIS



Referencias:
1. A New, Evidence-based Estimate of Patient Harms Associated with Hospital Care. J Patient Saf. September 2013 - Volume 9 - Issue 3 - p 122–128
2. Complexity science: The challenge of complexity in health care.  Plsek y Greenhalgh, BMJ. 2001 Sep 15;323(7313):625-8.
3. Humanización en la asistencia clínica oncológica. Javier García-Conde, Ana García-Conde. Psicooncología. Vol. 2, Núm. 1, 2005, pp. 149-156.

sábado, 17 de enero de 2015

El estudio Iatroref: Cuidando al profesional, cuidamos a los pacientes

 
Cada vez son más los estudios de investigación centrados en la seguridad del paciente crítico. Los fallos en el sistema y los factores humanos son la causa principal de eventos adversos. La complejidad de los factores que contribuyen al riesgo asistencial requiere profundizar en su análisis, con el fin de establecer estrategias de mejora en una de las dimensiones clave de la calidad.

El estudio Iatroref, publicado online first este mes en Intensive Care Medicine y realizado en 31 UCIs francesas demuestra que la depresión de los profesionales en las Unidades de Cuidados Intensivos impacta de forma negativa en la seguridad del paciente, incrementando el riesgo de errores médicos y eventos adversos. 

El objetivo principal de este estudio fue evaluar la potencial asociación entre factores tales como la depresión, el burnout, la cultura de seguridad y características organizacionales de estas unidades y la aparición de determinados eventos adversos.

Los autores muestran en sus resultados cómo la depresión es un factor a tener en cuenta, no sólo por su considerable prevalencia (18,8% de médicos y 15,6% en profesionales de enfermería), sino por relacionarse de forma significativa con un mayor número de errores médicos y eventos adversos (RR 2,07). El burnout no se relacionó con un mayor riesgo asistencial y la cultura de seguridad influyó de forma limitada en la aparición de eventos adversos.
 
 

Otros factores con un impacto negativo sobre la seguridad del paciente se relacionaron con la organización de la UCI, formación de los profesionales en seguridad del paciente y cargas de trabajo. 

Este interesante estudio profundiza en factores todavía poco explorados y que obligan a ser tenidos en cuenta en la gestión del riesgo sanitario. Son necesarias herramientas que permitan detectar de forma precoz síntomas de disfunción en el bienestar psicológico del los profesionales y establecer estrategias de soporte a nivel individual y organizacional. 

El Proyecto  internacional “Perceived Stressors in Intensive Care Units (PS-ICU)” liderado por el profesor Gilles Capellier del Hospital Universitario de Besançon  y Alexandra Laurant de la Universidad Franche-Comté está en consonancia con está línea de investigación.
 
Este equipo de trabajo internacional, en el que también participamos miembros del Proyecto HU-CI, está formado por investigadores de Francia, Italia, Irlanda, Australia, Canadá y España. Su objetivo principal es construir y validar una escala internacional sobre el estrés percibido por los profesionales específica de UCI e identificar aquellos factores con impacto sobre la salud mental, la satisfacción laboral y la calidad de los cuidados.
 
Dra. Mari Cruz Martín Delgado.

viernes, 28 de noviembre de 2014

II Edición de los Premios de Calidad y Seguridad Clínica de Sanitas


Hola a tod@s, mis queridos amigos.

Siguen las  buenas noticias en Proyecto HU-CI. El Hospital Universitario de Torrejón y la Dra. Mari Cruz Martin (autora de La Ciencia de la Seguridad del Paciente) , uno de los miembros del proyecto de investigación han sido galardonados en la II Edición de los Premios de Calidad y Seguridad Clínica de Sanitas.
Estos premios reconocen la implicación y el esfuerzo de los profesionales en el desarrollo de iniciativas dirigidas a garantizar un entorno seguro y la mayor calidad en la asistencia clínica, siempre pensando en la seguridad del paciente. 

Los galardones recibidos han sido los siguientes:

* “Premio global” por la mejor iniciativa en seguridad clínica en SLA Market Unit, al Hospital Universitario de Torrejón, por el trabajo “Implantación de las rondas de seguridad como estrategia para la mejora de la seguridad del paciente”.

El proyecto está liderado por la Jefe de Servicio de Medicina Intensiva - Dra. María Cruz Martín Delgado, en el que participaron el Comité de seguridad de pacientes, los profesionales de los servicios en los que se realizaron las rondas (Unidad de Cuidados Intensivos, Bloque Quirúrgico, Urgencias, Radiología, Hemodinámica, Pediatría, Neonatos, Hospitalización, Farmacia, Anatomía Patológica, Consultas Externas, Centro de Especialidades) y el equipo directivo.
* “Premio por Unidad de Negocio” por el mejor trabajo basado en las líneas de acción definidas por el Sub-comité de Seguridad Clínica en Clinical Governance & Quality:
- Estrategia para la consolidación del check-list quirúrgico, como uno de los elementos claves de la política de seguridad de pacientes del Hospital Universitario de Torrejón.

Dirigido por el Dr. Enrique Esteban Agustí, adjunto del Servicio de Cirugía General y Nieves García Durán, ex supervisora del bloque quirúrgico. Participo todo el Comité de Seguridad y todos los profesionales  del servicio de anestesia, servicios quirúrgicos y enfermería del bloque quirúrgico.


Una vez más, el trabajo en equipo y las iniciativas globales con el paciente en el centro han dado sus frutos. Y es importante ver que se puede.
Nuestra más sincera enhorabuena. Independientemente del resultado, lo importante es el proceso.

Feliz viernes,
Gabi

martes, 9 de septiembre de 2014

La Ciencia de la Seguridad del Paciente: su participación, el gran reto pendiente


Ya han pasado muchos años desde que el famoso informe “Errar es humano”[i] puso en evidencia el impacto y magnitud de los riesgos asociados a la atención sanitaria.
 
Desde entonces, muchos han sido los recursos destinados a disminuir los riesgos innecesarios y en la mejora de la seguridad del paciente. Aunque es evidente el avance de la ciencia de la seguridad del paciente y los logros alcanzados en algunas áreas específicas, todavía estamos lejos de cumplir las expectativas iniciales y ofrecer a nuestros pacientes la atención sanitaria segura, que sin duda esperan, y que como profesionales estamos obligados a ofrecerles.
La medicina centrada en el paciente y la seguridad clínica constituyen dimensiones clave de la calidad asistencial. En el año 2006, la Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente de la OMS, actualmente de WHO Patient Safety establece específicamente el área de “pacientes por la seguridad de los pacientes” como una de sus seis áreas estratégicas[ii]. Esta iniciativa se plasmó en la Declaración de Londres,[iii] en la que los pacientes se comprometen a colaborar en la consecución de una atención sanitaria más segura. Un año mas tarde se firmó en Madrid la Declaración y compromiso de los pacientes por la seguridad en el Sistema Nacional de Salud[iv].
 
 
 

 
Desde entonces, las estrategias  enfocadas en la participación del paciente en la mejora de la seguridad clínica se ha convertido en una prioridad de las principales organizaciones reguladoras y gubernamentales. Sin embargo, y a pesar de algunas iniciativas, su incorporación real a los sistemas de gestión de riesgos relacionados con la atención sanitaria sigue siendo, en gran medida, una tarea pendiente.
 
El paciente, y en muchas ocasiones  sus familiares son testigos en primera línea y observadores privilegiados del riesgo a lo largo del proceso asistencial. Con independencia de su conocimiento o expertise técnica, son capaces, a partir de su propia experiencia del error, de identificar, prevenir y mejorar la gestión del riesgo asistencial desde la perspectiva de su propia enfermedad como de la vulnerabilidad a ella asociada.

Los pacientes, familiares y cuidadores pueden participar en la mejora de la seguridad de diferentes maneras. A través, de la identificación de riesgos del sistema y la búsqueda de soluciones; participando de forma activa en el proceso asistencial y en la toma de decisiones así como en la gestión de los eventos adversos en los que se han visto involucrados. De forma específica pueden contribuir a la detección de situaciones de riesgo mediante el análisis de quejas y sugerencias, encuestas de calidad percibida e incluso en algunos países se contempla que puedan participar en los sistemas de notificación de eventos adversos.

[v] Existen iniciativas que promueven la participación activa educando a los pacientes sobre los riesgos de seguridad y proporcionan preguntas específicas a los pacientes y a sus cuidadores que pueden realizar, en materia de seguridad. Ejemplos de ello son el programa “las preguntas son las respuestas”[vi] y “20 consejos para prevenir errores médicos”[vii] de la AHRQ (The Agency for Healthcare Research and Quality), así como la iniciativa de la Joint Commission “¡Hable!”[viii]   Otra de las iniciativas relevantes es la de un equipo de cirujanos del  Imperial College London en el que a través de un video PINK (Participate-Inform-Notice-Know)[ix] fomentan la implicación del paciente en áreas relevantes de la seguridad clínica, animándoles a:
  • Participar: implicarse en el proceso de toma de decisiones en relación a los tratamientos.
  • Informar: asegurar que se confirme su identidad; proporcionar la información relevante sobre su enfermedad y tratamiento actual.
     
  • Notificar: estar alerta sobre posibles incidentes y notificarlos a los profesionales sanitarios (error de medicación, no adherencia al lavado de manos).
  • Conocer: Los riesgos derivados de sus propias actuaciones, la indicación de determinados tratamientos o la importancia de que responsabilizarse es esencial para su propia recuperación.


Aunque la participación y compromiso de los pacientes en la mejora de la seguridad, es un área prometedora, todavía no existe suficiente evidencia de la efectividad y el impacto de las intervenciones diseñadas.[x]
 
Finalmente, una vez se ha producido un evento adverso, no debemos olvidarnos de la necesidad de cubrir las necesidades no solo clínicas, sino también de información y soporte emocional que precisan los pacientes y sus familiares, sin olvidarnos de los profesionales que pueden convertirse en “segundas víctimas”. Para ello es necesario, siguiendo, el ejemplo de otros países establecer políticas específicas y guías prácticas para instituciones y profesionales que aseguren un proceso de información claro y honesto. En esta línea de actuación la “Conferencia de Consenso sobre información a pacientes y familiares”[xi] sobre eventos adversos promovida desde el Área de Salud del ISDE es una de las iniciativas pioneras en nuestro país estableciendo recomendaciones de cómo llevar a cabo el proceso.

Aunque el “empoderamiento” del paciente se ha puesto en marcha, deben producirse los cambios necesarios para que los pacientes participen en la gestión del riesgo sanitario y, como protagonistas en el proceso asistencial, desde una posición de individuos formados e informados, competentes y consecuentes. Sin olvidar que ello puede llevar a un traspaso de la responsabilidad de los profesionales e instituciones a los propios pacientes, que ya se sienten en muchas ocasiones responsables y soportan una carga emocional importante relacionada con la seguridad[xii].
La formación en Seguridad del Pacientes de las profesiones sanitarias constituye una herramienta esencial a la hora de asegurar las competencias necesarias de dichos profesionales en esta nueva ciencia.
 
 
Dra. Mari Cruz Martín Delgado
Jefa de Medicina Intensiva.

Referencias

 
[i] Kohn LT, Corrigan JM, Donaldson MS (eds): To err is human. Building a Safer Heath System. Washington, DC, National Academy Press; 1999

[ii] World Alliance for Patient Safety. Forward Programme 2005. Ginebra: World Health Organization; 2004.

[iii] Alianza Mundial por la Seguridad del Paciente. Declaración de Londres. Pacientes en defensa de su seguridad. [acceso 27 agosto 2014]. Disponible en:
http://www.errorenmedicina.anm.edu.ar/pdf/pacientes/Declaracion_londres.pdf

[v] NPSA, NHS.
National Learning and Reporting System. [acceso 27 agosto 2014]. Disponible en: http://www.nrls.npsa.nhs.uk/

[vi] AHRQ.
Questions are the answer. AHRQ. [acceso 27 agosto 2014]. Disponible en: http://www.ahrq.gov/questionsaretheanswer/


[vii] AHRQ.
20 Tips to Help Prevent Medical Errors. AHRQ. [acceso 27 agosto 2014]. Disponible en: http://www.ahrq.gov/consumer/20tips.htm


[viii]
The Joint Commission's new Speak Up program urges patients to 'Know Your Rights'. Jt Comm Perspect. 2007 Aug;27(8):12.

[ix]The “Participate Inform Notice Know” (PINK) patient safety video [acceso 27 agosto 2014]. Disponible en:
http://www1.imperial.ac.uk/cpssq/cpssq_publications/resources_tools/pink/

[x] Hall J, Peat M, Birks Y, Golder S, Entwistle V, Gilbody S, et al. Effectiveness of interventions designed to promote patient involvement to enhance safety: a systematic review. Qual Saf Health Care. 2010 Oct;19(5)

[xi] Martín-Delgado MC, Fernández-Maillo M, Bañeres-Amella J, Campillo-Artero C, Cabré-Pericas L, Anglés-Coll R, Gutiérrez-Fernández R, Aranaz-Andrés JM, Pardo-Hernández A, Wu A.
[Consensus conference on providing information of adverse events to patients and relatives]. Rev Calid Asist. 2013 Nov-Dec;28(6):381-9

[xii] Ministerio SPS.
La perspectiva de los ciudadanos por la seguridad del paciente. Madrid: Ministerio de Sanidad y Política Social; 2010.