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sábado, 21 de mayo de 2016

Con mayúscula, por Vicente Gómez


Madrugada. Un despacho de hospital. Dos médicos, agotados, comunican el inminente fallecimiento en quirófano de un paciente a su familia. Tras un día de duro trabajo la fisiología, o la naturaleza entera, se les ha venido encima, cuestionando las falsas expectativas que, en no pocas ocasiones, sobrestiman las capacidades de su ciencia.

Nada a reprocharse. Sólo molesta en el estómago esa vieja sensación amarga de derrota, y alguna pregunta incómoda, por inútil, de qué cambiarían la próxima vez. Es difícil calmar, incluso con años de experiencia, a ese juez implacable de su ego, que les mejora, pero que tortura con la propia, y ficticia, insuficiencia. Ahora sólo queda el amargo trance de reconocer en público la cruel y temida realidad.

La familia, abatida, pero contenida, escucha en silencio sus explicaciones. Jerga técnica. "Lo intentamos con todo… fue imposible… no respondió". Parecen comprender. Una hija, enfermera, pregunta si pueden verle en quirófano antes de desconectarle. 

- "No es costumbre, ni es lo conveniente", responde tajante uno de los médicos.

- "¿Puedo insistir?. Para mí sería muy importante", replica la hija.

El otro médico la mira a los ojos. Percibe, como un latigazo, un dolor profundo, pero no hosco. Una pena arropada de dulzura y cortesía infinitas, de quien pide algo que no está en su mano conseguir. Un dolor digno, firme, que sólo busca un último asidero para evitar el desgarro. Una última gracia que es más que un capricho inconveniente. La despedida de quien, probablemente, ha sido el faro de su vida. El primer paso necesario para resolver un previsible largo y duro duelo.

Conmovido, el médico comprende, que no pueden negarse, amparándose en la fría costumbre, sin incurrir en la mayor de las crueldades. Tras convencer a su compañero, aun dudoso, acceden a su petición. Acompañan a la hija, con paso lento, rodeados de una luz blanca y espectral, que hiere los ojos tras reflejarse en las puertas metálicas de los quirófanos. El silencio es opresivo. Un desfile hacia la nada.

La hija se acerca a la camilla quirúrgica, y comienza a susurrar unas palabras inaudibles para ambos médicos. Permanecen allí, a prudente distancia, sin poder cuestionarse si es lo conveniente. Quizá sienten que, con su presencia y respeto en sus ojos bajos, solemnizan una ceremonia de una hondura que les trasciende y les inmoviliza. Se preguntan qué palabras pronuncia. Cómo se resume en unas breves frases una vida de recuerdos, enseñanzas y ternuras. Quizá, como el médico conmovido sólo supo decir a su madre en similar situación, “Buen viaje, a donde vayas mamá”. No hay lágrimas, ni sacudidas por los sollozos, solo un lento pero continuo musitar de sus labios, mientras le acaricia el cabello, con su cara pegada a la de él. Un beso y sale dirigiendo a los médicos un gracias que ilumina su rostro y destensa el de los dos profesionales, que tienen algo más que un nudo en la garganta.

Su cara parece relajada, a pesar de que en sus ojos se reconoce un sentimiento sobrehumano de pena, cercano al desfallecimiento. Como esa pálida virgen de Van der Weyden al pie de la cruz, que tanto admira el médico conmovido. Una entereza, que parece haberse afianzado por esos pocos segundos dentro, pero que el dolor puede hacer estallar con un mínimo soplo. Una contención de quien ha sido educada en el cariño, pero también en la adversidad y en la disciplina de la aceptación.


Una hora después, el médico conmovido sale a la sala de espera a cumplimentar el papeleo. Sus ojos se cruzan con los de la hija. En el segundo siguiente, ella le abraza efusivamente, en un impulso espontáneo y sincero que le sorprende y azora a la vez, mientras oye en un susurro un “Gracias, no olvidaré nunca, nunca, lo que ha hecho por mi esta noche al permitirme despedirme de mi padre”.

En la fuerza de esos brazos que le oprimen durante unos instantes encuentra, por fin, un sentido a toda la fatiga que le invade, tras oponerse muchas horas a lo inevitable. Porque en ese abrazo, se resume la verdadera razón que le llevó a hacerse médico hace más de treinta años. Si no curas, consuela y acompaña. Siente que, perdiendo una vida, su emoción, muchas veces desatendida, le ha permitido que otra vida pueda iniciar un duelo sin lastres. Piensa, confortado en sus brazos, que ha creado un lazo duradero con alguien admirable. Es él quien le está agradecido a ella por darle la oportunidad de ejercer de Médico. Con mayúscula.

Unidad de Cuidados Intensivos. 

martes, 19 de enero de 2016

#humaniza nos ha mandado una solicitud de amistad, por Carlos Martorell y María del Castillo

 
En todos los estudios de las disciplinas sanitarias se imparten asignaturas que nos hablan de la empatía y la comunicación. Da igual si eres Auxiliar de Enfermería, Técnico en Emergencias, Enfermero o Médico, durante el periodo de formación crees firmemente que las patologías del paciente no son solo fisiología, y que para recuperarse necesita al profesional y también a la persona que hay tras el uniforme.
 
En la actualidad, observamos impasibles cuál puede ser la sensación de un paciente tirado en la calle, cuando llega la ambulancia: luces y sirenas, gente con uniforme, pinchazos, dolor y sobretodo, incertidumbre y miedo a morir. 

¿Alguien se ha presentado a este paciente?

¿Alguien le ha explicado lo que le estamos haciendo? 




Subimos al paciente a una camilla, entra en la ambulancia, cada vez observa más cables, tubos, sueros y alarmas que pitan y no sabe por qué. 

Este paciente sigue sin saber que le está pasando, generando una angustia horrorosa que seguramente también afecta a su estabilidad hemodinámica. Con una simple explicación de lo que le está pasando, y de cuál es su estado aumentaríamos su sensación de seguridad, no se sentiría desamparado e incluso sus constantes vitales mejorarían. 

Si hacemos un repaso cronológico de la historia de la enfermería, observamos un cambio de paradigmas; una primera etapa donde los sanitarios éramos los expertos y el paciente no contaba para nada, avanzamos llegando a la etapa de integración; donde pasamos a llamar al paciente “cliente” como si él fuera el que ha elegido enfermar, y ahora en la actualidad empezamos escuchar su opinión, situándonos en un paradigma de transformación dónde el paciente es el actor principal en todos los aspectos, llegando a ser un modelo biopsicosocial. 

¿Actuamos igual que pensamos, o hemos retrocedido a la edad media? 

Probablemente, nuestra función como cuidadores debería ser centrarnos en el enfermo y no en el órgano. Por otro lado observamos como la sanidad ha sufrido una tecnificación donde da la impresión que también a nosotros nos ha transformado en máquinas, abandonando “el arte del curar y cuidar”, trabajando como robots y olvidándonos que tras el uniforme somos personas.

Actuemos como tal y regalemos a nuestros pacientes humanidad para su curación y la nuestra.

Carlos Martorell Campins (carlosmartorellcampins@gmail.com)
Técnico en emergencias sanitarias y estudiante de Grado Enfermería.

María del Castillo Ordoñez
Enfermera del Hospital Son Llàtzer.

jueves, 15 de octubre de 2015

A mi querida Isa…por José Manuel Velasco


Los que hemos tenido la suerte de compartir algún ratito con la GRAN Mamen Segovia nunca olvidaremos su fórmula para entablar una relación de ayuda: su REA que ella desglosa a la perfección y que básicamente supone una dosis equilibrada de:

   

Respeto

Empatía

Autenticidad

Tres palabras mágicas que trasladadas a la realidad propician unos resultados extraordinarios. Nos habla Mamen también de la tecnología punta de la que todos disponemos y que llevamos siempre encima a pesar de la crisis, recortes, títulos, cargos, etc. Esa tecnología punta humana que se complementa con “la otra tecnología” propicia otros resultados que no son los que frecuentemente se miden en términos de morbilidad, mortalidad, costes, estancias…

Esos recursos junto a otros básicos como un peine, un cepillo de dientes, un trozo de venda como coletero, produjeron unas sensaciones en Almudena que quiso trasladarle a Isa; y que su hijo Javier ha querido poner en valor para dejar patente que, lo más importante, lo que ocupa un lugar en algunos corazones, no tiene un valor material.

Si algo nos da valor como profesionales es esa combinación de recursos de su madre, de la que Javier se siente orgulloso en Facebook y que ha logrado que todos los que hemos leído la carta de agradecimiento que Almudena (la paciente) le hizo llegar a Isa (la auxiliar de la UCI), al menos hoy, nos sintamos un poquito mejores.

Ejemplo práctico de Respeto, Empatía y Autenticidad.

Gracias Javier, Isa y Almudena.

"Hay algo que quiero compartir con vosotros....

Esta mañana, mi madre,
Isabel Sanchez Casas, ha llegado del trabajo muy emocionada a casa. Para quien no lo sepa, es auxiliar de enfermería en la UCI del Hospital Carlos Haya de Málaga. Anoche estaba de guardia y fue a visitarla una antigua paciente. Se llama Almudena, tiene 22 años, y hace unas semanas sufrió un derrame cerebral. Mi madre ha sido una de las responsables de sus cuidados mientras estaba en la UCI y esta chica ha venido expresamente desde Granada para agradecérselo con la carta que aquí os adjunto. 


 La habré leído ya unas 4 veces y llevo toda la mañana emocionado. Ante todo, ¡me alegro de que ya estés recuperada, Almudena! Gracias por hacerme sentir aún más orgullosos de mi madre. De corazón, GRACIAS, GRACIAS y GRACIAS porque tus palabras le han dado fuerza para seguir trabajando en unas circunstancias en las que, por los malditos recortes en la Sanidad Pública, no son nada fáciles.

 Mamá, ojalá algún día, cuando sea mayor, consiga parecerme a ti y ser la décima parte de lo que representas. Tu bondad, tu cariño, tu energía, tu alegría, tu compromiso y tu amor por los que te rodean traspasan cualquier corazón.
¡TE QUIERO!

Por cierto, Almudena nos ha dado su permiso para publicar la carta.


CARTA DE ALMUDENA



"A MI QUERIDA ISA…

Mi querida Isa, quería tener un detalle más personal contigo. Algo que ya intuías, pues mi madre no podía guardar el secreto. Pero yo, realmente, quiero que sea un secreto a voces y que sepa todo el mundo lo afortunada que he sido al tenerte a mi lado. 
He conocido a una Isa muy particular, una Isa que ha ido más allá de su labor. Tú me has cuidado, pero, además, te has preocupado por mí como lo haría mi madre. 

 Desde el silencio de aquella habitación, he comprobado cómo te preocupabas por mí con ese amor maternal y cómo me mirabas con otros ojos, consiguiendo así que me sintiese realmente especial. 

 Tú dirás o pensarás que esto es innecesario, que simplemente haces tu trabajo, pero estar enferma y pasar tantos días allí, a veces te desespera cuando sientes que estás mejor y eres consciente de ello. 

Tantos días allí dieron para mucho… Cómo olvidar aquella mañana en la que te propusiste lavarme la cabeza. Me regalaste hasta una pasta de dientes y me tenías guardado un peine. Esos coleteros que me apañabas y con los que tomabas tu tiempo para ponerme guapa con esas trenzas y coletas que me hacías, pero es que, además, me has aportado esa paz o tranquilidad, ese amor y hasta ese toque necesario de diversión y siempre, siempre con esa sonrisa y ese espíritu joven que desprendes.
Eres una gran mujer, mi querida “mamá Isa”. Tu bondad innata habla por sí sola. Al igual que dejo escrito en la carta hacia todos, las cosas ocurren por algo y nuestro camino estaba destinado a cruzarse, quizá no en el mejor lugar del mundo, pero de alguna forma u otra, tenía que ocurrir. De eso estoy seguro. 

Gracias y mil veces gracias por regalarme lo mejor de ti y por acompañarme en este camino. 

Espero que algún día nuestros caminos vuelvan a cruzarse y así volver a ver tu entrañable sonrisa. Pero mientras llega, si algún día ha de llegar, quiero que sepas que ya formas parte de mí y que nunca te olvidaré mientras mi cabeza te recuerde y mi corazón siga latiendo, pues ya tienes un lugar en éste. 

 Te quiero y siempre te estaré agradecida,

Almudena".

viernes, 28 de agosto de 2015

Como enseñar empatía a los médicos


Hola a tod@s, mis queridos amigos.

Hoy comentamos un artículo de opinión muy interesante publicado en The Atlantic, con un titular demoledor: "Ser médico requiere entender a las personas, no solo a la ciencia". Aunque creo personalmente que la empatía es cosa de todos.

La empatía siempre se ha considerado mucho menos importante que la habilidad científico-técnica, a pesar de ser una herramienta fundamental para establecer una buena relación médico-paciente. Y se puede medir.

Está demostrado que aporta mejor satisfacción, menos burnout profesional y menos errores médicos.




En Estados Unidos, desde 2015 las pruebas de acceso a las Facultades de Medicina incluirán test psicotécnicos que avalen esos aspectos "menos importantes" a la hora de ejercer la medicina.

Como todo, hay gente más empática por naturaleza. Pero la empatía se enseña, como ya ocurre en el Hospital General de Massachusetts con el programa Empathetics.

Parece pues, que el interés es creciente, y otras iniciativas surgen por el planeta que van en la misma línea que Proyecto HU-CI. La Universidad de Columbia ha sido pionera con un programa de Medicina Narrativa,  que hace hincapié en la importancia de entender la biografía de los pacientes para proveer cuidado compasivo.

La mejora en la escucha activa (los médicos interrumpen a los pacientes en 18 segundos), en comunicación no verbal y verbal y la simulación de situaciones...Todo ello va en una misma dirección: aumentar la satisfacción global, no solo del usuario sino también del profesional.

Pues vamos a ello, ¿no?

Feliz Viernes,
Gabi

viernes, 24 de julio de 2015

Doctora: si me muero, no quiero que se preocupe


- Intensivista de guardia: “Preparad una cama para poner una BiPAP a un paciente en edema agudo de pulmón”.

A priori, no era un ingreso complicado.

Tras la angustia de los primeros momentos, el paciente tuvo muy buena respuesta y pudo retirarse el soporte respiratorio. Es entonces cuando vuelvo a explorarlo y lo que empieza como una entrevista, preguntando por antecedentes y sintomatología de días previos, se convierte en una conversación, y me doy cuenta, que una historia clínica, es la historia de una vida.

Hay un “feeling” especial con ese paciente, un hombre mayor y sereno, cariñoso, con mucho sentido del humor. Hace que entrar en su box sea como tomarse un descanso, una charla entre amigos. Me siento satisfecha, todo va bien….

En pocas horas todo se complica.

Ya no reina ese ambiente calmado en su box: entras y sales, BiPAP, vías, ecocardiografía….rotura de válvula mitral…insuficiencia aguda…. teléfonos…preparativos…

Intento seguir acercándome a él con la misma calma que horas antes, cuando charlábamos de la vida y la familia, de su pequeño huerto. Intento seguir sonriéndole mientras le explico que las cosas no van bien, que necesita sedación e intubación para seguir ayudándole, pero él nota el nudo en mi garganta, entonces me mira fijamente y me dice:

“Doctora, si me muero, no quiero que se preocupe, sé que ha hecho todo lo que ha podido…”

Qué entereza, qué dignidad, que generosidad al pensar en los sentimientos de una desconocida, cuando tu vida se escapa en cada aliento. En ese momento le contesto: “no quiero que hablemos de eso”. Y pienso que mi respuesta no es correcta, que no es mi momento, es su momento, yo también tengo que ser generosa, le cojo la mano, le miro a los ojos y con una sonrisa le digo: “José, vamos a luchar juntos, vamos a hacer todo lo posible”.




Fentanest, midazolam. Cerró los ojos sereno, en paz.

Después, ya podéis imaginar, intubación, ventilación mecánica, balón de contrapulsación, traslado a otro hospital para cirugía urgente. "Ojalá tenga suerte", pensé.

A los dos días, caminando por la calle, leo en una pared. Lo vuelvo a leer varias veces. Era José, su nombre en letra negra sobre papel blanco, con una sencilla cruz encabezando la nota y a pie de página el temido acrónimo D.E.P.

Respiré profundamente y seguí caminando. Se me cayeron las lágrimas. De pena. De emoción.

Qué gran lección de generosidad me has dado José.

Sé generosa siempre, con la palabra, con la mirada, con la sonrisa.


La intensivista llorona.

viernes, 17 de julio de 2015

El hombre que exigiría explicaciones sobre sus pulmones, por Carles Calaf


Como paciente permanecía allí, con la mirada fija, impresionado al ver y oír a diez personas a su alrededor hablando de él… Pero sin consultarle nada.

Su fastidiosa neumonía se había convertido en algo extraño que sonaba cómo a “Atelectasia”, y que al empeorar, le había llevado de la Planta a Cuidados Intensivos. Un intenso ahogo le había tenido toda la noche en vela. Estaba, nervioso e inquieto pensando de qué forma se había complicado el hecho de ingresar para intervenir una simple fístula.

Discutió durante la noche con todo el equipo de enfermería debido a la claustrofóbica mascarilla de ventilación no invasiva. Al amanecer volvió a la carga… esta vez con las auxiliares de la mañana que insistían en hacerle la higiene con agua fría. Él se negaba. No le parecía lo más importante  en ese momento.

Mientras en otra sala todo el equipo médico estaba reunido.
El hombre que exigiría explicaciones de sus pulmones ignoraba que precisamente hoy, había programada una sesión clínica y práctica de tomografía por impedancia eléctrica. El Hospital acababa de comprar la primera unidad y debían aprender su funcionamiento.
A media mañana observó cómo monitorizaron a otro paciente. Estaba sedado y dormido, muy cerca de él. La unidad con un diseño abierto permitía ver al resto de internos. Aunque el cansancio le vencía pudo observar toda la escena.

Se preguntó: 
"¿Qué demonios ocurre para que todos los médicos estuviesen allí concentrados?".  La curiosidad le obsesionó hasta el punto de inhibirle el sueño.

Tras un buen rato, pareció que finalizaban su tarea, luego dialogaron en grupo. De improvisto se dirigieron a su cama. El que parecía el jefe le explicó que le pondrían un cinturón en el pecho, que no le haría daño, que podrían ver como trabajaban sus pulmones. No debía temer, el sistema era inocuo.

La pantalla del monitor empezó a mostrar las imágenes, los presentes comentaron los movimientos del aire entrando y distribuyéndose por los pulmones, de cómo variaban en función de la posición del paciente y de los cambios que hacían en el ventilador. 





Había uno que dirigía el grueso de las explicaciones. Los demás asentían la cabeza, o preguntaban. Parecía seguro de lo que decía. Todos hablaban de él, de sus pulmones y nadie tan siquiera le miraba…

Imágenes en movimiento dinámico, herramientas inteligentes, curvas, pantallazos, distribución del aire, zonas de colapso, sobredistensión…. Escuchaba palabras y jerga que él jamás había oído, pero estaba seguro de que hablaban de él. La experiencia llegaba a su final, se notaba por el tono de sus palabras, algunos argumentos se repetían. Parecían cansados. Hablaban ya de retraso, de visitar a otros pacientes… Y empezaron a retirarse del Box.

El hombre que exigirá explicaciones sobre sus pulmones ya estaba preparado. Se quitó la mascarilla facial con furia y dijo:
"-¡ A mí !, ¡ Ahora me toca a mí !, ¡ Quiero que me lo volváis a explicar de una manera que yo lo entienda !".

Ella, su doctora, sacó su faceta más sensible y humana, le dio todas las explicaciones posibles hasta que el hombre lo entendió.

Y él suplicó: -¿Pueden dejarlo encendido aquí un rato, a mi vista?. La respuesta, obviamente se acompañó de una afectiva sonrisa.




Por fin Juan, el hombre que exigía explicaciones sobre sus pulmones, pudo serenarse y conciliar definitivamente el sueño. 

@carlescalaf
Historia basada en hechos reales.

jueves, 2 de julio de 2015

A menudo lloro en la UCI, por María Rojas

Siempre he intentado controlar esa reacción, superar lo que me parecía un signo de debilidad, de inseguridad… Pero, lo cierto, es que lo que expresan esas lagrimas que no siempre se ven, a menudo son sordas e invisibles, es un profundo respeto, respeto a la vida y respeto a la muerte, al dolor y al sufrimiento, respeto a la profesión. 
A esta reflexión no llegué yo sola, como casi todas las cosas en mi evolución como Intensivista, lo  aprendí de mis pacientes y de sus familias. Me lo enseñaron cuando después de un ingreso en UCI largo y lleno de complicaciones, al alta recibí una tarjeta donde decía “…Gracias doctora, hemos visto brotar de usted lágrimas que curan…”



Así que…sí, a menudo lloro en la UCI, cuando miro a los ojos a un hijo, un esposo, una madre, para tener la conversación más difícil, para pedirles que tomen la decisión más dura o para darles probablemente, la peor noticia de sus vidas.
Es aplastante en ese momento el peso de la responsabilidad, hay que mirar a los ojos con una sinceridad infinita, sentir sus lágrimas, escuchar los gritos mudos que se ahogan en sus gargantas paralizadas, que casi cortan la respiración…compartes su sufrimiento, y en ese terrible momento, ponen en tus manos su tesoro más preciado: la VIDA  de su ser querido. 
¿Podrá haber mayor acto de confianza en otro ser humano? ….Yo creo que bien merece unas lágrimas. 

Me encantaría poder seguir compartiendo con vosotros estas pequeñas historias de momentos y vivencias de la Medicina Intensiva, y aunque me llamo María, a partir de ahora, si os parece bien, podéis llamarme… La intensivista llorona.

Dra. Maria Rojas
Médico Intensivista
Hospital Comarcal Infanta Margarita, Cordoba

jueves, 30 de abril de 2015

Al otro lado del pijama: Humanizando la Atención Sanitaria


El cambio producido en la relación clínica demanda de los profesionales sanitarios un plus a la hora de prestar una atención de calidad. Los conocimientos, habilidades técnicas y la formación específica recibida, deben estar siempre acompañadas de una calidad humana. 


Así, uno de los valores más importantes que deben aprender los distintos profesionales sanitarios es la EMPATÍA, a través de la cual intentaremos comprender la visión del otro.

Uno de los elementos clave para poder reflexionar sobre la importancia de los valores en la asistencia sanitaria, es conocer la opinión tanto de profesionales, pacientes y familiares con respecto a la atención recibida, para poder establecer estrategias de mejora de manera conjunta.

Bajo este objetivo y como iniciativa e inquietud de un grupo de alumnas de 4º curso del Grado de Enfermería, de la Facultad de Enfermería, Fisioterapia y Podología de la Universidad Complutense de Madrid surgen las primeras jornadas de valores, como punto de encuentro entre los distintos protagonistas, para conocer los distintos prismas y visiones que influyen en la atención sanitaria, y reflexionar sobre los elementos que condicionan la relación clínica, a partir de experiencias de pacientes, familiares y profesionales sanitarios.




Los distintos ponentes, a través de sus vivencias (vivir con ELA, superar un cáncer), intentarán acercarnos a las distintas situaciones que pueden surgir durante el proceso asistencial (despertar de un coma, cuidar al final de la vida, humanización de los cuidados intensivos…), para dotar a las nuevas generaciones de mayor sensibilidad hacia una de los puntos más importantes de la atención, CUIDADOS MÁS HUMANOS.

La primera mesa, Más allá del paciente, será moderada por Doña Paloma Gómez y contará como ponentes con:




La segunda mesa, Otro punto de vista, será moderada por Don Jesús Sánchez Martos, y contará como ponentes con:




El encuentro tendrá lugar el jueves 14 de mayo, en la Facultad de Medicina de la UCM, en el salón de actos Ramón y Cajal, de 9 a 14:30h.

Las inscripciones se pueden realizar hasta completar aforo a través del siguiente link.

Por todo ello, os animamos a participar y contribuir en la reflexión sobre la importancia de los valores.

¡Os esperamos!

Tayra Velasco
Comité Organizador de las Jornadas

jueves, 25 de septiembre de 2014

Empatía 2, por Jose I. Ricarte

El recientemente fallecido Robin Williams participó en varias de las películas que más me han marcado: El club de los poetas muertos, Despertares, Hook, Jumanji...

Fuente: fanpop

Pero una de mis favoritas es Patch Adams donde aborda la vida de un médico/payaso.

En ella se multiplican los detalles y escenas que muestran la necesario humanización de la salud pero me quedaré con tres de ellas que hablan de la empatía:

- La primera es un pequeño resumen de la película:



- La segunda es el pase de planta con los estudiantes. La puse hace tiempo en un examen para estudiantes de medicina ya que hay muchísimos detalles de lo que se debe hacer y lo que no:


- Y la tercera donde se encuentra por primera vez con un paciente:


La esencia de lo que quiero mostrar con estos videos es la clave de la empatía. En nuestra profesión sanitaria podemos atender un número de la seguridad social, una habitación, una cama, un órgano enfermo... pero cuando nos acercamos y descubrimos que allí también hay una persona con nombre y apellidos que está sufriendo, tal vez, nuestro enfoque cambie. Esa relación se transforma en casi mágica porque surge una chispa especial entre la persona que necesita ayuda y otra que desea ayudar.

Jose I. Ricarte

martes, 2 de septiembre de 2014

Empatía, por José I Ricarte

La empatía me parece una de las habilidades básicas en la humanización de la salud. 

Pero, ¿qué es la empatía?. Seguro que podríamos discutir mucho sobre las diferentes definiciones.

Ponerse en el papel del paciente, algo más allá de la comprensión, conocer ¿y caminar? con los zapatos del otro... ¿Y eso cómo se enseña o cómo se aprende? 



Si nunca hemos tenido una infección de orina jamás podremos comprender que una persona con infección de orina use un servicio de urgencias hospitalarias aunque eso no significa que debamos padecer todo lo que atendemos... 

No llevo mil palabras pero creo que una imagen es mejor que mil palabras y así os presento un par de vídeos básicos que para mí hablan de la empatía: ¿romper prejuicios puede ser el primer paso?



José I Ricarte

viernes, 18 de julio de 2014

EMPATÍA: el vínculo humano para la atención del paciente

Hola a tod@s, mis queridos amigos.

Llegó la segunda sorpresa de la semana, gracias a la Neonatóloga Susana de las Heras y compañera de la Facultad de Medicina de Alcalá.

El siguiente vídeo pertenece a la Cleveland Clinic, uno de los cuatro mejores Hospitales de los Estados Unidos y de prestigio internacional en muchas especialidades entre las que destacan la Cardiología y la Cirugía Cardiaca.



Una de las secciones de su web se llama "La oficina de la experiencia del paciente" y en ella comparten este vídeo llamado 


EMPATÍA: el vínculo humano
 para la atención del paciente

Son 4 minutos que ojalá cambien nuestra manera de mirar.



Feliz viernes!!
Gabi

Pd: Mi agradecimiento personal a Rebekka MurrellMedia Production de la Cleveland Clinic que muy amablemente contestó mi mensaje para la traducción al castellano y me facilitó el video para poder compartirlo con tod@s vosotr@s.