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jueves, 2 de julio de 2015

A menudo lloro en la UCI, por María Rojas

Siempre he intentado controlar esa reacción, superar lo que me parecía un signo de debilidad, de inseguridad… Pero, lo cierto, es que lo que expresan esas lagrimas que no siempre se ven, a menudo son sordas e invisibles, es un profundo respeto, respeto a la vida y respeto a la muerte, al dolor y al sufrimiento, respeto a la profesión. 
A esta reflexión no llegué yo sola, como casi todas las cosas en mi evolución como Intensivista, lo  aprendí de mis pacientes y de sus familias. Me lo enseñaron cuando después de un ingreso en UCI largo y lleno de complicaciones, al alta recibí una tarjeta donde decía “…Gracias doctora, hemos visto brotar de usted lágrimas que curan…”



Así que…sí, a menudo lloro en la UCI, cuando miro a los ojos a un hijo, un esposo, una madre, para tener la conversación más difícil, para pedirles que tomen la decisión más dura o para darles probablemente, la peor noticia de sus vidas.
Es aplastante en ese momento el peso de la responsabilidad, hay que mirar a los ojos con una sinceridad infinita, sentir sus lágrimas, escuchar los gritos mudos que se ahogan en sus gargantas paralizadas, que casi cortan la respiración…compartes su sufrimiento, y en ese terrible momento, ponen en tus manos su tesoro más preciado: la VIDA  de su ser querido. 
¿Podrá haber mayor acto de confianza en otro ser humano? ….Yo creo que bien merece unas lágrimas. 

Me encantaría poder seguir compartiendo con vosotros estas pequeñas historias de momentos y vivencias de la Medicina Intensiva, y aunque me llamo María, a partir de ahora, si os parece bien, podéis llamarme… La intensivista llorona.

Dra. Maria Rojas
Médico Intensivista
Hospital Comarcal Infanta Margarita, Cordoba

5 comentarios :

  1. En tantas ocasiones... Cuando se abraza a mi la mujer o el hijo de un paciente... Cuando me dan las gracias por haber estado a su lado... Cuando la vida se agota y empiezan a contarte la vida que han pasado juntos... Yo también lloro a menudo en la uci. Y me siento orgullosa de ello.
    Gracias María.

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  2. Emotivo relato que provocó también una lágrima en mi mejilla.
    Desde los que lo vivimos desde el otro lado, los que no sabemos nada de este mundo salvo cuando os necesitamos... Mi más profundo agradecimiento, admiración y respeto, por todos los profesionales que escuchan, que empatizan, que tratan a cada paciente como una historia, una vivencia particular y no como un nº de expediente.
    Desde aquí fuera, se nota, os aseguro que se nota y no imaginais hasta dónde se agradecen, hasta dónde curan.
    Gracias por Humanizar lo Humano.

    Juntos Sumamos MÁS.
    Raquel Grande

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  3. Estos días he llevado un paciente, un señor, con insuficiencia respiratoria. Solo podía respirar gracias a una máquina. Una maquina que hoy decidieron desconectar porque solo le está alargando la vida y el sufrimiento. Hace dos días el podía hablar un poquito. Me miraba, me agradecía cualquier pequeña cosa que hacía por él.
    Me llamo reina de las enfermeras, y que era un sol.
    Hoy volví y había empeorado. Le llamé por su nombre pero solo abrió los ojos unos segundos, me miró y los cerró.
    Hoy ha fallecido. He intentado mantenerme fuerte. Activé mi supercoraza de supervivencia hasta que vi entrar por la puerta a su hermano y mujer desechos.
    -Gracias,gracias- me dijo su mujer. -Te tenia mucha estima, mucha estima. Gracias por todo lo que has hecho por el.-
    -No envidio nada tu trabajo- me dijo su hermano.
    Y...me puse a llorar y no pude más que abrazarles.
    No pude hablar.
    -Ánimo- me dijo su hermano......
    Era un señor mayor, militar de la marina. Llegó su momento, yo lo se. Igual que nos llegará a todos. Pero el día 1 del 2015 me ha recordado una vez más que vida no hay más que esta. Hay que estar tristes si. Pero hay que volver a sonreír y luchar y disfrutar de cada puñetero día. Porque todo todo pasa y todo todo llega y no tenemos que mirar atrás y pensar: ¿dios, porque no habré aprovechado más???
    Las lágrimas no son signo de debilidad, sino del más puro amor, cercanía y humildad humana.
    Y lo más duro, es cómo de rápido hemos de pasar a "otra cosa" y seguir con la jornada.

    Así que...quiero un hueco en ese club de lágrimas que curan

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  4. espectacular y apasionante vuestro trabajo, mi madre también he ejercido de intensivista y la he visto llorar muchas veces. Pero más veces la he visto pelear por sus pacientes, animarles y acompañarles hasta el final, unas veces bueno y otras menos bueno. Grandes!

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  5. Me habeis erizado el cuerpo con vuestros relatos, afortunadamente dentro de los profesionales existen muchos con gran corazón , yo por desgracia tuve muy mala experiencia cuando mis padres cayeron enfermos los dos de cancer, la falta de humanidad que tuvieron con ellos y con nosotros, sus hijos, que eramos muy jovenes. Es una espinita que tengo clavada y al recordar aún me duele. Por eso considero que es primordial saber estar acompañar en el dolor, empatizar.

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