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viernes, 29 de agosto de 2014

Implicación familiar en el cuidado del paciente crítico, por José Manuel Velasco

Las visitas en la UCI se han puesto de moda. 
O al menos es constatable un aumento del interés sobre el tema. 

Y es que probablemente estemos “un poco retrasados” en estos aspectos en las UCI, en las que seguimos manteniendo políticas restrictivas instauradas en el siglo pasado. Políticas que no soportan una discusión profunda con los mismos argumentos arcaicos que se usaron en su momento para establecerlas y que, sorprendentemente, seguimos utilizando para justificar esa restricción.

Pero con todo lo novedoso que pueda parecer el debate, no estamos siendo nada originales. Multitud de autores llevan un par de décadas dando vueltas al tema. 

E incluso algunos han trascendido de ese concepto de “visitas”(como si de una exposición se tratara) para considerar a los familiares como parte activa de las decisiones y el cuidado de sus seres queridos.

Pensándolo bien, aumentar las visitas como tal sin más puede tener poco sentido. Y es que probablemente el término “visita” no sea el más adecuado para referirse a la necesidad que tienen los familiares de pasar tiempo con su familiar enfermo:

Necesidad de acompañar y de sentirse productivos en ese acompañamiento.

Hace más de una década mi amiga Carmen, de la UCI del Hospital Universitario Virgen de Valme de Sevilla, llevó a cabo un estudio que se publicó en la Revista Enfermería Intensiva y en el que pretendía valorar los resultados que tendría un programa de participación de los familiares en ciertos cuidados que no requerían una preparación profesional: “Implicación familiar en los cuidados del paciente crítico”.

Ya en 2003 Carmen nos informaba de que:
  • “Los niveles de ansiedad en la familia mejoran con la visita abierta y la participación del familiar en los cuidados básicos.
  • El estado cognitivo no se modifica después de la intervención.
  • El personal de enfermería se adapta a los cambios y mejora sus creencias de forma progresiva.”
Lamentablemente, ese mensaje sigue sin calar lo suficiente y seguimos “desatendiendo” una demanda de numerosos pacientes y familiares que, por cierto, solo pretenden seguir ejerciendo: son familiares y no visitantes.


Y aunque hayan pasado años de la publicación de su estudio, siempre es bueno echar la vista atrás para ilustrar los debates en los que nos encontramos inmersos y para darle las gracias a Carmen por ayudarnos a abrirnos la mente.

José Manuel Velasco.

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