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sábado, 9 de abril de 2016

Me lo dio Lola, por Félix Martín


Setenta y un años de calendario, cincuenta de apariencia y veintipocos de ilusión.

Su dedicación: artista madre de artista.

Mi motivo para conocerla: Síndrome Coronario Agudo.

Lola y yo hablamos. Y lo hacemos de nosotros.

Su vida (y la mía), su inquietud (y mi anhelo), su desvelo (y mi empeño), su hijo y mi hija. De lo suyo va bien; mejor aún cuando su hijo, a varias horas de vuelo, le dice por teléfono que la quiere y que pronto estará con ella. Ya solo le tiene a él. 

Como de un destello, por inesperado y fulgurante, me hace llegar esta parte de su alma: 

“He visto atardeceres rojos pasión
surcando los cielos con su carro de fuego,
dibujando las montañas hasta el infinito,
esas montañas azules
que reciben los últimos rayos con cariño,
siempre esperados,
como cada tarde.
 
Distintos,
ebrios de soles
y de esperanzas
que hacen fluir por el torrente sanguíneo
una sensibilidad que extiende sus brazos esperando la noche.
 
 
 
 
Sin prisas,
a sabiendas que llega
y envuelve con su manto de calma y de pudor
para traspasar los sueños imposibles,
deseados,
libres de ataduras,
mientras el duende creador se instala en el alma
para inventar una vida.
 
Para remontar la ilusión hasta límites insospechados
que fluyen como la corriente del río cristalino,
desbordando sus márgenes,
regando generoso sus orillas,
alimentando el color de la hierba
y susurrando a las mariposas.
 
Esas que vuelan y contagian de color
el rastro de la estrella fugaz.
Esa estrella que no se pierde,
que busca los corazones de los poetas
en cálidas noches de primavera”.
 
Sabes, Lola, que, si de tu alma resplandecen atardeceres rojos, otras almas surgirán a la mañana siguiente con el alba intenso del limpio brillo del sol de la esperanza, y que al concluir ese día necesitarán de “los corazones de los poetas en cálidas noches de primavera”.

 


Gracias.

Félix José Martín Gallardo (swx20088@gmail.com)
Médico Intensivista.
Unidad de Gestión Clínica de Cuidados Críticos y Urgencias

sábado, 16 de enero de 2016

Respetar. Tolerar. Humanizar... Por Félix Martín


La mañana ya apuntaba maneras.

Hacía cuatro días un accidente de carretera nos llevó a ingresar varios politraumatizados. Esa mañana, dos de estos, y una venerable señora mayor, como si de un regalo providencial se tratará, nos ofrecieron toda una pléyade de actos supremos.

Os presento a los protagonistas principales. 

Mohamed, kurdo de 33 años, residente en Alemania, politraumatizado estabilizado y consciente, locuaz en medida justa, dos tubos de tórax y volet derecho. Todo le parece bien y conveniente. Habla inglés y kurdo, pero a pesar de su situación, nos da las gracias en castellano y nos regala una sonrisa con cualquier ocasión. 

Lia Kwan (Coral), hongkonesa, 41 años, residente en Hong Kong, politraumatizada, inestable, drogas vasoactivas, ventilación mecánica invasiva, sedada, analgesiada, traumatismo abdominal cerrado severo con requerimiento en esta mañana de nueva cirugía abdominal. Su esposo e hijos hablan inglés con mucho acento y chino cantonés. Muestran su respeto y consideración con su reverencia oriental.

Dolores, nuestra, 81 años, en Limitación de Tratamiento de Soporte Vital por shock séptico de origen abdominal refractario tras 24h de terapia intensiva. 

Son las 12 de la mañana. Hora que la tradición católica reserva para la oración del Angelus. También coincide con una de las cinco oraciones diarias del rito musulmán. Es buena hora también para las plegarias mántricas budistas.

Las tres familias, como por acuerdo (a todas luces inexistente) deciden lo mismo: encomendarse a su dios.

La familia de Mohamed, recién llegada, pide verlo; y juntos, con un recato sumo, inician su oración.

La de Dolores, han pedido permiso para darle la Extremaunción. Su párroco está procediendo a este sacramento.

El esposo de Coral, al conocer la inminente cirugía, en el cabecero y juntos con sus hijos, inicia sus oraciones.




Todos los que allí estamos reconocemos que no es un momento cualquiera, que no solo estamos viviendo un tiempo físico, sino que sin saber si somos merecedores de tan magna situación: estamos en la dimensión de un tiempo espiritual, que también corresponde a la IDENTIDAD HUMANA.

Gracias.

Félix José Martín Gallardo (swx20088@gmail.com)
Médico Intensivista.
Unidad de Gestión Clínica de Cuidados Críticos y Urgencias


martes, 22 de diciembre de 2015

Sobre la calidad de vida, por Félix Martín

 
La calidad de vida es una noción holística (una realidad como suma de todo lo que la compone) abierta a muy diferentes evaluaciones.
 
 
 
 
En la Grecia clásica la mejor calidad de vida era la vivida en el goce de los bienes humanos básicos. En la actual consideración de Occidente, ¿no tienen calidad de vida los que carecen de esos bienes?.
 
Pasemos a nuestro plano, en la UCI. Algo que nos suena tan recurrente como “combatiente”: el coma, donde hay pérdida de conciencia y razón, con imposibilidad de alimentación si no es asistida. ¿Qué nos aporta la filosofía moral entre alimentar o retirar?. 
 
Estar en coma, ¿es calidad de vida?.

Comencemos distinguiéndola de otro concepto que sí que admite niveles: la CONDICIÓN FISIOLÓGICA. Podremos estar mejor o peor de salud, lo que está reservado al diagnóstico médico que culmina en una terapia, pero que en nada se relaciona al juicio general sobre una CALIDAD DE VIDA. Ambos términos no son coincidentes.

En la consideración de Occidente asienta una sinonimia contundente, por la racionalización estándar de lo que es mala calidad de vida, sobre todo de la mano del utilitarismo (a la vez tan denostado como empleado), donde dolor y pérdida son INTOLERABLES componentes del juicio moral. 
 
Una noción básica de la teoría de la acción tradicional considera como buen análisis de una acción el distinguir LO QUE SE HACE y POR QUÉ SE HACE.
 
Lo primero es la acción (o la omisión) en si y la segunda la consecuencia esperada de la misma. Una persona puede estar carente (en omisión) de bienes y no por ello tener una vida que no desee vivir, por muy INTOLERABLE que le parezca desde el exterior a quien opine que NO VALE LA PENA VIVIRLA. La dignidad es una propiedad intrínseca que NO ADMITE NIVELES, ya que expresa el VALOR  de la persona. 

Tampoco la afirmación de que la vida es un bien humano básico equivale a VITALISMO. Éste, aún en ausencia de salud, apuesta por una prolongación a ultranza de la existencia física. Si volvemos al principio tradicional, tan racional es fomentar los bienes como renunciar a aquellos que en su circunstancia permiten obtener otros.

Aristóteles, en De Anima II, lo tiene claro: distingue entre las facultades o poderes en las cosas vivas. En pacientes en coma, los poderes racionales y sensitivos ya no pueden activarse de modo normal, por lo se pasa al poder “vegetativo”, independiente de la conciencia y voluntad, pero conservando íntegra su naturaleza humana.
 
Si la naturaleza lo propicia, dejaremos que actúe y consideraremos adecuada la consecuencia de su curso. 
 
Gracias.
 
Félix José Martín Gallardo (swx20088@gmail.com)
Médico Intensivista.
Unidad de Gestión Clínica de Cuidados Críticos y Urgencias

martes, 15 de diciembre de 2015

¿Bioética? ¿Eso qué es lo que es?... Por Félix Martín

 
La Bioética es ética aplicada (la que tiene normas) que dirime conflictos entre los axiomas éticos (que nosotros concretamos en Deontología) y la Ontología (parte de la metafísica que trata del ser general y sus propiedades trascendentales). Es, pues, el intento de resolver conflictos desde un nivel abstracto (por abstracción de la circunstancia).

Este intento puede acometerse de tres modos principales: desde el utilitarismo, desde el principialismo y desde el personalismo.

Si recurrimos al utilitarismo, su actual máximo exponente es Peter Singer. Ésta teoría moral es tanto consecuencialista (visión de un acto SOLO por lo que se derive de él) como hedonista (considera buenos los estados placenteros conscientes y malos los dolorosos). Su mayor reto supone considerar que un acto puede tener buenas consecuencias, pero ser intrínsecamente injusto.

Si nos posicionamos en el principialismo, de Tom Beauchamp y James Childress, serán cuatro los puntos de partida para dirimir debates bioéticos (autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia distributiva). La bioética principialista es la que FUNDAMENTA LA PRINCIPAL FORMA DE ACTUAR EN SANIDAD, la que determina legislación y la que nos lleva al constructo institucional vigente. Sin embargo, se enfrenta a algo que para sus detractores es un sistema arbitrariamente ecléctico: no hay manera racional de decidir entre los principios en liza. 

Si como tercera opción tomamos la reflexión moral personalista, ésta se basa en la tradición aristotélica, la ética de Tomás de Aquino y su actualización por John Finnis. Este juicio moral se resume en algo que suena, y mucho, en su versión maquiavélica contraria: EL FIN NO JUSTIFICA LOS MEDIOS, y que consideraría que la eliminación del dolor (de toda procedencia) no es alcanzable a cualquier precio. En esta conceptualización, los bienes (los valores) humanos que soportan la actuación sanitaria son la vida y la salud, por lo que si son atacados deliberadamente, es un acto maleficente y, por ende, bioéticamente incorrecto. Esto permite la aplicación racional de los principios que fundamenta nuestra profesión. Pero….ante el debate de pro y anti (aborto, pena capital, eutanasia, manipulación genética, etc) no se vislumbra una clara conciliación.

Acabo.

Si consideramos la identidad humana, la no maleficencia es no matar, y su contrario, lo bioéticamente incorrecto. Cuando en Paris o en Kabul se asesinan seres humanos por otros seres humanos idénticos en sus identidades, ¿qué es lo que ocurre?¿Eso qué es lo que es?.
 
Creo que a TODOS nos lleva a mirarnos allí donde más nos duela para contestar.




 
La viñeta que adjunto se publicó en La Vanguardia de Cataluña el día 14/11/15 y contesta a ambas preguntas.




Gracias.

Félix José Martín Gallardo (swx20088@gmail.com)
Médico Intensivista.
Unidad de Gestión Clínica de Cuidados Críticos y Urgencias

sábado, 28 de noviembre de 2015

Hasta el final, por Félix José Martín Gallardo


Suena el busca. Las 03h48´. 
 
"Perdona Félix, soy Bea, te llamo desde observación de Urgencias. El 061 acaba de traer a un paciente de 73 años con dolor precordial y con ECG sin cambios respecto al que se hizo hace un mes. Es cardiópata isquémico diagnosticado hace 8 años, tiene disnea a moderados esfuerzos, cumple con la medicación y aunque presenta frecuentes dolores precordiales tanto en reposo como con esfuerzo, el de esta noche ha sido mas fuerte y prolongado. COMENZÓ SOBRE LAS 00h, CUANDO SE DISPONÍA A ACOSTAR A SU ESPOSA, DE LA QUE CUIDA, POR NO TENER NI HIJOS NI ASISTENCIA. El 061 refiere que hasta que no la ha acostado no ha querido venir al hospital". 

Pregunto en que situación está ahora. "Muy discreta molestia, otro ECG sin cambios, y MUY PREOCUPADO PORQUE HA DEJADO A SU MUJER SOLA". Indico que inicie terapia antianginosa y curse analítica de marcadores y me avise cuando esté. 


 

Las 4h38´. Suena el teléfono. "Hola Félix, soy Bea, troponina en 3,56 y CK 331". 
 
"Buenas noches señor. Me llamo Félix Martín. Soy médico de la UCI. Cuénteme que le ha pasado". Tras describrirme lo arriba referido añade: "Yo ya estoy bien y me quiero ir. Mi mujer está sola y no tengo con quién dejarla". Le explico su situación y la conveniencia de quedarse para tratarlo y hacer estudio hemodinámico. "No. Me voy. Mi mujer está sola y tengo que estar con ella. No he faltado de su lado en 54 años y ahora me necesita mas que nunca". Le pido que al menos me deje un tiempo para iniciar terapia y para que a las 8h pueda contactar con servicios sociales para hacer llegar al domicilio a alguien que pueda estar con su mujer. No está muy convencido, reaparece la molestia precordial, se agita anímicamente, rompe a llorar. "Deme hasta las 8h y si no he resuelto la compañía a su mujer, le daré el alta con la prescripción precisa". Asiente con desgana.

Se logra que alguien vaya al domicilio, se le informa y acepta quedarse para procedimiento angiográfico. El informe angiográfico es determinante: requiere cirugía. Se le da a saber que la afectación es muy importante y su solución quirúrgica. "Mire doctor, yo voy a estar con mi mujer el tiempo que Dios quiera, pensamos irnos a una residencia y hemos acordado que el primero que llegue no tardará en esperar al otro."

Fue dado de alta a domicilio al día siguiente. Muchas veces, menos es más.




 
Félix José Martín Gallardo (swx20088@gmail.com)
Médico Intensivista.
Unidad de Gestión Clínica de Cuidados Críticos y Urgencias