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sábado, 19 de septiembre de 2015

Aquellas pequeñas cosas, por Ángela Algaba


Hay varios aviones suspendidos en el aire, casi en fila, esperando su turno para aterrizar.

Más cerca, la A2 está parada para entrar a Madrid. 

El sol se esconde lentamente y es lo más bonito que podemos ver desde este ventanal. Juan mira al cielo y sonríe. Le parece un paisaje precioso.

Hace dos meses que ingresó en la UCI y observa cada edificio, cada camión de la carretera, cada mancha del cristal. Le digo que tenemos que volver y me pide como un niño "un poquito más, por favor". Los últimos rayos le dan en la cara y alargamos otro rato verlo disfrutar, señalando hacia donde está su pueblo.

Solo estamos a cien metros de la UCI, en el otro extremo del pasillo. De vuelta, nos vamos parando en todas las ventanas y le enseño nuestro despacho.




Su mujer empuja la silla de ruedas, ¡no sabíamos que era tan habladora! Nos cuenta muchas cosas de su vida y de la casa tan bonita que tienen. Él asiente con una sonrisa, porque aun no le hemos quitado la cánula de traqueostomía y le cuesta mucho hablar.

La enfermera y yo vamos detrás, pendientes de la cantidad de cacharros que hemos colocado en la silla y haciendo turnos para llevar el monitor porque ya lleva demasiadas cosas encima...

¿Cómo podemos cambiar un poco la rutina de alguien que lleva mucho tiempo ingresado?

Si la situación lo permite, dar un simple paseo puede ser lo mejor que le pase en muchos días. Es bastante parecido a llevarlo al TAC o quirófano, a eso sí estamos acostumbrados.

La primera vez que lo organicéis la gente abrirá los ojos como platos, a algunas personas no les parecerá bien, pero merece mucho la pena el esfuerzo. Aunque sea solo durante media hora vamos a enseñar al paciente qué hay más allá de su cama, a cambiar su perspectiva, a darle ánimos para seguir luchando por lo que dejó fuera, al otro lado del ventanal.

Ojalá de aquí a un tiempo la UCI sea un lugar más amable y no resulte tan raro acompañar a algunos pacientes a dar un paseo de vez en cuando.

Y si el pasillo se hace corto, ¿por qué no disponer de un lugar preparado para ello y poder reunirse con los familiares fuera del box? Incluso, ¿por qué no recibir también a los nietos, quizás por sorpresa? Sigamos soñando: en vez de pasillos, imaginad un pequeño jardín, para tomar aire fresco y un poco de sol…

Mientras ese momento llega, seguiremos paseando hasta asomarnos a la ventana del final del pasillo buscando aquellas pequeñas cosas.



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Dra. Ángela Algaba

3 comentarios :

  1. Esta visión a través de los ojos del paciente es maravillosa, rompedora e ilusionante. Enhorabuena!!

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  2. Me ha encantado! Ojalá llegue así en todos los hospitales y para siempre! Un saludo.

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  3. Yo trabajé 2 años en una UCI en Alemania y allí si el estado del paciente lo permitía, tenia su paseo todos los días e incluso mañana y tarde, aunque solo fueran 5'. Le hace un mundo salir a dar un paseo por el hospital aunque no vea nada del exterior. Aquí es verdad que tenemos un gran nivel de Enfermería pero nos faltan a veces cosas básicas. Aquí la primera discusión sería ver quien empuja la silla de ruedas..

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