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jueves, 19 de febrero de 2015

La UCI del Futuro


Hola a tod@s, mis queridos amigos.

Ayer noche estuve cenando con
Carles Calaf y Victor Úbeda y charlando sobre el futuro, con unas cervezas en la mano. Filosofía de barra de bar y laboratorio de ideas: probablemente la combinación más creativa que existe.

¿Cómo será la UCI que viene?. Como ya hemos hablado en otras ocasiones, para mí está claro: centrada en las personas y en prevenir la enfermedad.

El desarrollo tecnológico abrumador está ayudando de forma exponencial y a pasos agigantados a mejorar la atención de los pacientes. Al mismo tiempo que hace años era imposible pensar que hoy todos iríamos con un ordenador en el bolsillo, los aparatos y el diseño ingeniero está haciendo posible que los profesionales de la salud trabajemos de una manera más eficiente. Y ahí lógicamente nuestras posiciones se juntan: la tecnología ayuda y debe estar al servicio de las personas. La UCI del futuro ya está aquí, y la estamos diseñando.

 




Pero, ¿qué quiere la gente?. El mejor trato posible con la tecnología más avanzada a su servicio.

De lo segundo, en los tiempos de la inmediatez y del vértigo, donde cada año cambiamos nuestros teléfonos simplemente por el hecho de estar a la última, estamos servidos.

¿Y de lo primero?. Desde Proyecto HU-CI, vemos una opción de mejora que debe ir guiada por la investigación. Muchos de nuestros objetivos son cualitativos, así que habrá que pensar la manera de cuantificarlos para que esos resultados que esperamos también satisfagan los números de los gestores.

No es casual que en las últimas semanas estemos buscando psicólogos para integrarlos al equipo investigador, como tampoco lo es que
ell@s mismos estén contactando de forma espontánea con nosotros para sumarse al cambio de paradigma. Y es que, el trabajo multidisciplinar a lo hackathon en medicina está aterrizando, como nos enseñaba Avances en Gestión Clínica hace nada.

En cualquier caso, no os creáis que inventamos la rueda. Nos lo recordaba la semana pasada
De Tots Els Colors compartiendo un discurso de 1931 del Dr. Edward Bach sobre cómo sería para él el hospital del futuro, y no andaba muy desencaminado:

"Será un santuario de paz, esperanza y alegría. Sin prisas ni ruidos, enteramente libre de todos los terribles aparatos y artefactos de hoy, del olor a los antisépticos y anestesias, libre de toda cosa que sugiera enfermedad y sufrimiento.

... El paciente buscará ese refugio, no sólo para aliviar su enfermedad, sino también para desarrollar el deseo de vivir mucho más en armonía con los dictados de su alma de lo que ha hecho hasta ahora.

El médico del mañana sabrá que él, por si mismo, no tiene el poder de curar, pero que si dedica su vida al servicio de sus semejantes, a estudiar la naturaleza humana para poder, en parte, comprender su sentido; si desea, con todo su corazón, aliviar el sufrimiento, y renuncia a todo para ayudar al enfermo, luego puede utilizar su conocimiento para guiarlo, y el poder de curación para aliviar sus dolores. E incluso entonces, su poder y habilidad para ayudarlo crecerá en proporción a la intensidad de su deseo y de su disponibilidad para servir.

No tendrá interés en la patología o en la anatomía mórbida, pues su estudio será de la salud.

Deberá ser capaz, a partir de la vida e historia del paciente, de comprender el conflicto causante de la enfermedad o desarmonía entre el cuerpo y el alma, y así dar el consejo y el tratamiento necesarios para el alivio del sufrimiento.

El tratamiento del mañana despertará esencialmente cuatro cualidades del paciente:

Primero, PAZ; segundo, ESPERANZA; tercero, ALEGRÍA; y cuarto, CONFIANZA."


Señoras y señores, el mañana es ahora mismo.
¿Qué puedes hacer tú hoy? Porque según lo que hagamos ahora, así será la UCI del futuro.

Feliz Jueves,
Gabi

jueves, 27 de noviembre de 2014

El poder curativo de la palabra


Hola a tod@s, mis queridos amigos.

Al hilo de una reflexión del Dr. Frutos del Nogal, antiguo Jefe de Servicio de la UCI de mi querido Hospital Universitario Severo Ochoa de Leganés,  tras la mesa de Sedación en la reciente #SOMIAMA, hoy comentamos un artículo del abril de 2013 publicado en la Vanguardia y que me ha facilitado Elena Lorente (De Tots Els Colors): El poder curativo de la palabra.

Me decía Frutos, "Sin menoscabo de la necesidad de analgésicos y sedantes, hay algo que no se comentó: La palabra. La palabra y el gesto amable y el confort de los pacientes. Eso, reduce el consumo de fármacos".




Y es que llevamos la comunicación en nuestro ADN. Lo llevamos tan dentro, que a veces no somos conscientes del poder que tiene la palabra en nuestras relaciones e incluso para nosotros mismos. Parafraseando a la psicóloga Mercé Conangla, "la palabra puede ser fuente de curación y crecimiento", y no puedo estar más de acuerdo. Hay dolores que se pueden aliviar con fármacos, pero el dolor emocional no. Y hemos de hacer consciente esa situación que muchas veces nos pasa desapercibida. Seguimos hablando de empatía, de ponerse los zapatos del que tenemos enfrente, y gracias al lenguaje aprendemos de las personas.

Hemos de cambiar nuestro lenguaje para introducir nuevos estados, reeducarnos para educar y así generar el cambio necesario para mejorar la experiencia subjetiva de todos. Hemos de partir del diálogo interior, combatir y cambiar esa negatividad y reelaborar nuestras creencias porque nuestro discurso mental nos condiciona. Hemos de hablar con las personas, el "corta y pega" de nuestras historias electrónicas nos hace perdernos la clave del proceso de enfermar: la biografía del paciente.

Y para eso, previamente hay que pararse, darle espacio para generar consciencia y escuchar. Muchas veces escucharemos cosas que nos gustan, otras veces todo lo contrario. Pero es así, escuchando y comprendiendo, como podemos cambiar nuestra realidad y la realidad de las UCIs.

Un cambio en positivo, un paso adelante.

Feliz Jueves,
Gabi



viernes, 21 de noviembre de 2014

Si el paciente no pregunta, ¿es porque no quiere saber?. Por Elena Lorente

Hola a tod@s, mis queridos amigos.
Hoy visita el blog alguien muy especial. Una amiga reciente, o quizás no tanto, que vive en el fin del mundo en las tierras escocesas aunque es catalana de nacimiento. Elena Lorente es enfermera y tiene un blog precioso y lleno de sensibilidad: De Tots El Colors, un blog sobre el Cuidado de lo Invisible, lo Intangible, lo Esencial.
Quizás el Método Científico es justo todo lo contrario. Quizás no todo tenga explicación. Igual hemos de mirar más y escuchar con el corazón. Las cosas son como somos.
Bienvenida a Proyecto HU-CI, creo que podremos aprender mucho de ti. De momento, mantiene viva la llama que prendió Yasmina el martes...
Este es su post. Que lo disfrutéis.

Nunca nos parece buen momento para abordar el tema de la muerte con los pacientes. Y es así tanto en la atención primaria de salud como en la hospitalaria. 
Morir bien es un derecho y del mismo modo que hablamos de calidad de vida y organizamos los cuidados en torno a esta premisa, la calidad de muerte también debería ocupar su lugar en los planes de cuidados. 
Si ya desde atención primaria nos sentáramos a hablar de la muerte con los pacientes crónicos con calma, con naturalidad; si escucháramos lo que significa para cada uno de ellos morir bien, estaríamos contribuyendo a mejorar su calidad de vida.
Respecto a la atención hospitalaria, con frecuencia se asume que si el paciente no pregunta es porque no quiere saber. Pero la realidad es que a lo mejor no encuentra nunca el momento oportuno de hacerlo porque jamás se lo hemos brindado, o no sabe cómo plantear la pregunta, o teme la respuesta, lo que no significa necesariamente que no quiera saber. 
Asumimos también que los pacientes ya intuyen o saben cuándo está cercana la muerte, ¿Para qué darle vueltas al tema? Con esa excusa aligeramos nuestra carga, silenciamos nuestra conciencia y damos la espalda al paciente. Nos olvidamos de que esa “no acción” contribuye a construir una burbuja invisible de aislamiento y soledad en lo que, tal vez, es el acto más importante de la vida; morir. 
¿Es ético silenciar la realidad de la muerte cercana, negar esa información al paciente por nuestra incapacidad de abordar el tema? ¿Es ético facilitarla sólo a la familia? ¿Nos pertenece esa información? ¿A quién estamos protegiendo?
Por otro lado, si es un error asumir que el paciente no quiere saber, también lo es pensar lo contrario. ¿Cómo lo hacemos entonces? Empezando a conjugar otros verbos además de “hacer”, empezando a “estar, escuchar, observar, acompañar”.
Necesitamos aprender a relacionarnos de forma terapéutica, a crear el espacio adecuado, encontrar el momento oportuno para averiguar qué quiere saber el paciente, hasta dónde quiere saber, y con quién quiere compartir esa información. Necesitamos aprender también a respetar sus decisiones, y a no juzgar.
Además del bienestar que esto generaría a todos los niveles en los pacientes, y en los profesionales, estaríamos actuando desde la ética del cuidado, evitando intervenciones innecesarias, y probablemente, reduciendo el gasto sanitario. 
La buena muerte no puede ser jamás fruto de la improvisación. Pararse a pensar, pararse a escuchar antes de actuar es a menudo el gran desafío en las unidades de urgencias, agudos y críticos; pero puede ser lo que marque la diferencia.
La ética del cuidado. Carol Gilligan

Elena Lorente. 
De Tots El Colors