english

sábado, 22 de agosto de 2015

No te preocupes: tú piensa, que yo te escucho por Natalia Salgueiro


Imagina. 

Sólo imagina por un instante que no puedes moverte.Que tu cuerpo yace inerte en una superficie dura. 

Puedes oír, puedes ver, a veces conectas con tu alrededor…pero otras no. Vuelves a cerrar los ojos y vuelves a sumirte en la más pura y silenciosa oscuridad.

Pero estás ahí:  vivo, viendo y oyendo, pero sin poder hablar, ni moverte. Notas algo extraño en la garganta, quieres gritar, quieres llorar, quieres quejarte, quieres moverte…pero no puedes.

Quieres saber qué pasa ahí, dónde estás, qué ha pasado y por qué. Quieres saber quiénes son los que se mueven a tu alrededor, qué es lo que hacen y porqué a veces te miran de esa forma. Pero aún quieres saber más, quieres saber por qué demonios a veces utilizan ese tono de voz como quien quiere evitar que un jarrón de porcelana se rompa.

Y entonces te das cuenta: No puedes comunicarte, y tienes mucho, mucho miedo. Un miedo helado que te perfora por dentro.




De repente escuchas: “Tranquilo, es un tubo que tienes en la boca que te ayuda a respirar. ¿Me oyes? ¿Tienes dolor? Va todo bien. Cierra los ojos si escuchas mi voz. Apriétame la mano si tienes dolor. Estás…en la UCI”.

A veces, algo tan sencillo como parpadear se vuelve imposible para un paciente crítico sedado y analgesiado hasta la médula. Muchas veces apretar levemente una mano y moverse es algo que no está a su alcance.

¿Somos conscientes el personal sanitario de la impotencia, del dolor y el sufrimiento físico y emocional que sienten este tipo de pacientes? ¿De cómo muchos de ellos se resquebrajan por dentro a pesar de que nos esforcemos por evitarlo? ¿Somos conscientes de los mil gritos que se agolpan en sus gargantas queriéndonos gritar que no están bien, que tienen dolor, miedo y angustia y que quizás se quieran ir de aquí, literalmente, en cuerpo y alma?.





Yo creo que no. Creo que muchas veces no somos conscientes y cometemos el gran error de entrar en la habitación como autómatas sin dedicar ni un triste minuto de nuestra jornada laboral a acercarnos a la cama, coger de la mano sin guantes, y sentirlos.

Sí. 

Sentirlos y que nos sientan. Decirles que estamos ahí. Que aunque no nos vean ni escuchen estamos ahí a su lado. Muy cerca de ellos. Informarles también, de que si no ven, ni oyen, ni sienten a su familia continuamente o amigos a su alrededor, es porque hay un horario de visitas. Decirles qué hora es, qué día… o algo tan sencillo como presentarnos.

Permanecer a su lado un minuto, sólo uno. 

Y tocarles un hombro. Y mirarles a los ojos. Y sentir cómo respiran. Solamente sesenta segundos. 

Porque estoy segura, segurísima, de que eso también debe formar parte de los cuidados de élite que queremos prestar día a día. Estoy segura de que si esta “sedoanalgesia humana” se vendiera en farmacias y formara parte de nuestra lista de medicamentos a administrar, curaríamos cuerpos y almas.

La frustración y el estrés que sentimos muchas veces los profesionales sanitarios a la hora de comunicarnos y tratar a este tipo de pacientes es considerable. Pero mi miedo se transforma si le pierdo el miedo.

Hace unos días escuché cómo el hermano de un paciente intubado se acercaba a él, le cogía de la mano y le susurraba: “No te preocupes, tú piensa, que yo te escucho”. 

Me pregunto en voz alta: ¿Realmente pensamos nosotros en este pequeño detalle? Ojalá pudiera gritar y responder un sí rotundo. Pero creo que solo puedo susurrar “algunas veces”.

Medicación y tecnología a la última sí…pero recuperando esa sensibilidad y humanidad que no sé donde se ha escondido.


Natalia Salgueiro Martínez (@Nalatysalgue)
Enfermera de UCI.
Policlínica Miramar, Palma de Mallorca

2 comentarios :

  1. Fantástica reflexión sobre la excelencia en los cuidados de pacientes UCI. Desde luego la humanización y atención son básicos para avanzar en este campo tan desconocido y por lo que se ve con agrado, siempre hay alguien que debido a su vocación va mas allá del resto. "Solo ensayando lo absurdo se puede conseguir lo imposible" (Unamuno)

    ResponderEliminar
  2. Gracias Natalia, me encata el post. La frase "Piensa, que yo te escucho", pone palabras a algo que es muy diffícil de explicar. Gracias!

    ResponderEliminar