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miércoles, 13 de enero de 2016

La soledad del intensivista, por María Rojas


Después de ver la entrevista de Alfonso Bassave a Gabi Heras (y viceversa), había mucho, mucho que reflexionar. Más que entrevista, conversación de dos seres humanos, dos profesionales hablando “a pecho descubierto” de sentimientos y emociones.

Y no ha parado de girar en mi cabeza, una idea, una palabra que se repitió en varias ocasiones durante la conversación: MIEDO. 

Por supuesto que los pacientes tienen miedo, pánico literalmente en ocasiones, y sus familias sufren muchos miedos e incertidumbres. 

Pero...¿y el Intensivista? ¿Tiene miedo el Intensivista? 

Pues si la respuesta dependiera de mí, la contestación sería: SI, y no estoy hablando de tener miedo como cualquier persona, a enfermar, a perder un ser querido o a la propia muerte. No. 

Me refiero a tener miedo en tu trabajo.

Miedo a no poder diagnosticar a tiempo a un paciente, a fallar en una técnica en un momento decisivo, a tomar una decisión incorrecta, a no haber estudiado lo suficiente de un tema,  a estar demasiado cansado una noche para darse cuenta de que surge una complicación…

De repente te ves en el centro de un “escenario”: atención inicial a un politraumatizado grave, o hemoptisis masiva, u obstrucción de vía aérea; aviso de parada cardiaca en cualquier planta del hospital.

Cuando el Intensivista acude a cualquiera de estas llamadas, llega como último recurso y escalón terapéutico: todas las miradas puestas en ti y esperando instrucciones. 

"¿Qué hacemos doctora?, ¿Vas a intubarlo? ¿Quieres una vía? ¡No detectamos tensión! ¿Avisamos a la familia?¿Cargo algún fármaco? ¡No sube la saturación! ¡Sigue sangrando! 

Miedo a no conseguir intubar al paciente, miedo a que el marcapasos no estimule, miedo a hacer un neumotórax Miedo a EQUIVOCARME.

En los hospitales comarcales, hay un solo intensivista de guardia sin más adjuntos de UCI, sin residentes de intensivos, sin Cirujano Cardiovascular, sin Neurocirujano, sin Radiólogo intervencionista, sin UCI pediátrica, sin ORL, sin Digestivo. MIEDO a no estar a la altura de las circunstancias.

Hay dos nombres, que cuando aparecen en la pantalla del busca, se te corta la respiración: Ginecólogo y Pediatra. Una Urgencia obstétrica o pediátrica, quizás son las situaciones más angustiosas para el Intensivista de guardia en un Hospital Comarcal. MIEDO a no poder hacer nada.




Pero así no se puede trabajar diréis….Y yo diría que así, no se puede casi ni vivir.

Hay que hablar de ello: no es motivo de vergüenza ni signo de debilidad. 

El MIEDO es un sentimiento necesario. 

Hay que desarrollar y aprender recursos de autocontrol, esforzarse duro para estar preparado, estudiar, entrenarse, aprender técnicas de autoayuda…Ser absolutamente sincero con uno mismo: esto es difícil a veces, muy duro en ocasiones, pero es mi trabajo, me he preparado para hacerlo, me he esforzado para estar preparado, todos confían en mí en este momento y es una de las cosas que más me gusta en el mundo.

¡SOY INTENSIVISTA!

Dra. Maria Rojas
Médico Intensivista

5 comentarios :

  1. Buenas! Creo q parte de humanizar los cuidados intensivos, es reconocernos a nosotros mismos (los agentes de salud) como seres humanos y como tales transitamos sentimientos como cualquiera. Poder expresarlos, reconocerlos y transitarlos de la mejor manera posible, no es tarea fácil para muchos! Muy buen artículo! Saludos! Cris.-

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  2. Gracias por tu sinceridad,Me permito con todo el cariño aportar algo. Los psicólogos por ejemplo llevamos toda nuestra historia en soledad. Se nos considera importantes pero no se nos da nuestro lugar en algunos contextos. Nuestra presencia en apoyo a vosotros y vosotras que estáis a diario expuestos a vuestras propias emociones y que en algunos momentos podéis ayudaros permitiéndonos ayudaros, es una forma de mejorar y sentiros menos solos.Os cuento una experiencia. En alguna ocasión se nos demandó a un equipo de psicólogos extrahospitalarios formados y experimentados en atención psicológica en emergencias (Sin remuneración) atender y comunicar junto a un equipo médico una noticia terrible en un caso de emergencia que desbordó los recursos de aquel entorno hospitalarios, en donde nos encontramos, previos permisos oportunos, se entiende. Os puedo decir que como profesional fue gratificante para mí atender a aquél equipo de profesionales que supieron ver que en aquel momento necesitaban expertos en gestión de las emociones.Y que, acertadamente, supieron ceder cierto espacio a quienes podían en aquel momento gestionar la comunicación de aquellas noticias, porque en algunos casos, algunos profesionales se bloquean, porque necesitan su propio espacio. Es humano y natural. Muy de acuerdo contigo, Cris.

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  3. Buenas noches a tod@s.

    Que satisfacción volver a leerte, estimada María; desde el 2 de diciembre con tu “1 año: 12 meses para 12 compromisos” donde este “hermano pequeño” se ofrecía en “adopción”.

    Ortega y Gasset, y de común acuerdo, los pensadores de la generación del 14 como Eugeni D’ors, Ramón Pérez de Ayala, Manuel Azaña o Don Gregorio Marañón, consideraban que la esencia de lo terrenal: “no está en la astronomía ni la mitología sino en las dificultades y facilidades que nos ofrece: es lo que nos sostiene y lo que a veces NOS HACE TEMBLAR”. Y existe un soporte aristotélico que considera que el verdadero científico es consciente de sus límites, cuando tiene la audacia de discurrir sobre el misterio del ser.

    No puede haber miedo en nuestro quehacer. Este aparece cuando se desconoce como proceder de forma racional. La INCERTIDUMBRE rellena todos los huecos de nuestras decisiones porque es así como nuestro sistema de valores funciona: algo puede ser y no ser a la vez. En ambos casos SIEMPRE SE PODRÁ HACER ALGO.

    Si, sin lugar a duda. “….., me he esforzado para estar preparado, todos confían en mí en este momento…..” Del convencimiento de poder afrontar un reto, surge su superación.

    Estamos en enero, musicoterapia en la H-UCI, ¿te suena?

    Gracias.

    Félix José Martín Gallardo.

    swx20088@gmail.com

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  4. Hola María,
    Comparto y empatizo totalmente con tus vivencias... También trabajo en un comarcal, y se mucho de esos "miedos" que explicas... Pero, el miedo es paralizante, es barrera, y no deja avanzar.
    En un comarcal el intensivista no es que se crezca... Es que lo hacen crecer! Es el neurocirujano, el cirujano torácico, el cardiólogo, el neurólogo... Toma decisiones al borde de la vida y la muerte... Y es verdad que, uno siente RESPETO, Y RESPONSABILIDAD... Y es importante no perderlos nunca! Eso, y la PRUDENCIA Y SENSATED...
    Si algo he aprendido, es a no tener miedo, pero si respeto a esas situaciones... He aprendido a conocer mis limitaciones... He aprendido confiar en el EQUIPO y a confiar en mí.

    Pero pienso que la clave para estas situaciones, es confiar y contar con los demás profesionales, especialmente el equipo de enfermería, y los otros profesionales que hay en los hospitales... Muchas veces pensamos que estamos 'solos' ante el peligro, y no nos damos cuenta de que en un hospital alrededor nuestro, hay muchos profesionales que aportan gran valor. Tenemos que aprender a pedir ayuda, a contar con los demás, porque entre todos, somos más.


    Olga Rubio

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