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jueves, 3 de diciembre de 2015

A vueltas con Kant: las bases del humanismo actual, por Félix Martín


Lo que sucedió en la Universidad Carlos III de España hace unos días e inmersos de pleno en precampaña electoral (charla – debate – coloquio entre dos jóvenes políticos emergentes), evidencia las lagunas intelectuales extensivas a TODA nuestra sociedad, que provienen de una progresiva devaluación formativa y de la desaparición de las HUMANIDADES.

Mientras uno reconocía que nunca había leído a Kant, (coincidente con el general de los mortales), el otro, confunde lo que llama como "ética de la razón pura" lo que es la “Crítica de la Razón Pura”, donde el autor intenta sentar las bases de una ética universal.

Decía Immanuel Kant que el sabio puede cambiar de opinión, el necio nunca. Seamos lo primero; de lo segundo se encargarán otros.
 
 
 

En su doctrina de autonomía moral, concreta que la persona moral - es decir, no el ser humano empírico como parte del mundo sensible, sino la humanidad en su persona - es un fin en sí misma, y no un medio para fines ajenos. Y Kant responde al cómo de la conducta moral con su conocido imperativo categórico: Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer en todo momento, a la vez, como principio de una legislación general.

Esta argumentación de Kant ha contribuido esencialmente a la fundamentación filosófica de los derechos humanos. El imperativo categórico y el reconocimiento de la dignidad humana de todos los seres humanos en todos los ámbitos humanos pueden considerarse las dos caras de una misma moneda y el principio fundamental de toda relación moral - personal del ser humano consigo mismo y con sus congéneres: Obra de tal modo que utilices lo humano, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin, y nunca meramente como medio.

La vida humana no es un mero existir como el de las cosas que la rodean, sino además, y esto es muy importante, es un saber de que existe. La conciencia es, por decirlo así, una revelación del ser.

En ninguna época como en la nuestra resulta más oportuna la afirmación de la unidad del hombre, porque ahora, más que nunca, se encuentra perdida y se da la real amenaza de aniquilar los auténticos valores humanos. Los acontecimientos recientes conducen a la humanidad civilizada a un acceso cuando menos psicopatológico.

El hombre no es ni exclusivamente un ser material, ni tampoco un espíritu puro. Los mejores momentos de la vida histórica son aquellos en que esas dos porciones del hombre se unifican y actúan en consonancia. Esta unidad de acción constituye propiamente la vida humana. Actualmente, el papel que se concede a la inteligencia es el de un mero instrumento técnico, para ejecutar las decisiones de una voluntad irracional. El conocimiento científico es sólo un medio para el aprovechamiento y dominio de la naturaleza, así como de las energías humanas.

Dice Scheler, que la persona humana no es una “sustancia”, sino un complejo de actos organizados monárquicamente, esto es, de los cuales uno lleva en cada caso el gobierno y la dirección.

En el libro "El humanismo cosmopolita de Immanuel Kant" de Fernando H. Llano Alonso, su autor entiende que debe ser considerado como un humanista cosmopolita que rechaza cualquier proyecto de convivencia social que sea excluyente y/o particularista y que no respete el bien común de la humanidad, el respeto a los derechos humanos, y a aquellos principios y valores universales que dignifiquen a todos los hombres como individuos racionales plenamente emancipados.

Me permito una última reflexión: si queremos seguir en esto, mas vale que leamos a Kant.

Gracias.
Félix José Martín Gallardo (swx20088@gmail.com)
Médico Intensivista.
Unidad de Gestión Clínica de Cuidados Críticos y Urgencias

 

2 comentarios :

  1. Buenas tardes a tod@s.

    Lejos de lo que pueda parecer, Don Immanuel no era un individuo ni áspero, ni severo, ni tan siquiera intratable. Partiendo del discurso cartesiano evidencia que cuerpo y mente van indisolutamente unidos para lograr el fin en si mismo, por lo que de esta manera actuó ante una eventualidad en su salud.

    Cuenta Kant lo acontecido en un periodo de enfermedad: cuando viene el médico a casa, me explora el pulso y dice: de esto va usted mejor.
    .. a los tres dias, al explorarme el pecho, sentencia: de esto va usted mejor.
    …a la segunda semana, tras valorar el abdomen, es tajante: de esto va usted mejor…
    …ese mismo día le comento a mi doctor: estoy bastante mas aliviado, se que me voy muy mejorado a la muerte.

    YES WE KANT.
    THANKS.

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  2. Quizá lo que le hiciera parecer áspero, al margen de sus problemas de salud, es que deja de lado en buena parte las emociones. En las escasas lecturas que he hecho (ya que a mí me resulta difícil leer filosofía por más que me esfuerzo, lo tengo que admitir aunque me pese) interpreto que el cumplimiento del deber es un valor en sí mismo y no tiene por qué ser impulsado por el deseo, ni siquiera por tener la satisfacción de haberlo cumplido. Yo comparto el hecho de cumplir el deber por el deber, pero reconozco que mis fines me satisfacen, o al menos la idea de dirigirme hacia ellos como por ejemplo trabajar para conseguir la "excelencia profesional" (ese objetivo que se persigue pero difícilmente alcanzable). Es decir, mi impulso es un valor, algo que considero bueno pero a la vez me produciría satisfacción conseguirlo, aunque sólo fuese por la buena conciencia del deber cumplido. Según Hume la moralidad se funda en el sentimiento, que es motor que nos impulsa a proteger los valores, a cumplir nuestro deber, el cual puede ser reconocido de manera racional gracias a Kant.

    Totalmente de acuerdo en que debemos leer a Kant.

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