En todos los estudios de las disciplinas sanitarias se imparten asignaturas que nos hablan de la empatía y la comunicación. Da igual si eres Auxiliar de Enfermería, Técnico en Emergencias, Enfermero o Médico, durante el periodo de formación crees firmemente que las patologías del paciente no son solo fisiología, y que para recuperarse necesita al profesional y también a la persona que hay tras el uniforme.
En la actualidad, observamos impasibles cuál puede ser la sensación de un paciente tirado en la calle, cuando llega la ambulancia: luces y sirenas, gente con uniforme, pinchazos, dolor y sobretodo, incertidumbre y miedo a morir.
¿Alguien se ha presentado a este paciente?
¿Alguien le ha explicado lo que le estamos haciendo?
Subimos al paciente a una camilla, entra en la ambulancia, cada vez observa más cables, tubos, sueros y alarmas que pitan y no sabe por qué.
Este paciente sigue sin saber que le está pasando, generando una angustia horrorosa que seguramente también afecta a su estabilidad hemodinámica. Con una simple explicación de lo que le está pasando, y de cuál es su estado aumentaríamos su sensación de seguridad, no se sentiría desamparado e incluso sus constantes vitales mejorarían.
Si hacemos un repaso cronológico de la historia de la enfermería, observamos un cambio de paradigmas; una primera etapa donde los sanitarios éramos los expertos y el paciente no contaba para nada, avanzamos llegando a la etapa de integración; donde pasamos a llamar al paciente “cliente” como si él fuera el que ha elegido enfermar, y ahora en la actualidad empezamos escuchar su opinión, situándonos en un paradigma de transformación dónde el paciente es el actor principal en todos los aspectos, llegando a ser un modelo biopsicosocial.
¿Actuamos igual que pensamos, o hemos retrocedido a la edad media?
Probablemente, nuestra función como cuidadores debería ser centrarnos en el enfermo y no en el órgano. Por otro lado observamos como la sanidad ha sufrido una tecnificación donde da la impresión que también a nosotros nos ha transformado en máquinas, abandonando “el arte del curar y cuidar”, trabajando como robots y olvidándonos que tras el uniforme somos personas.
Actuemos como tal y regalemos a nuestros pacientes humanidad para su curación y la nuestra.
Carlos Martorell Campins (carlosmartorellcampins@gmail.com)
Técnico en emergencias sanitarias y estudiante de Grado Enfermería.
María del Castillo Ordoñez
Enfermera del Hospital Son Llàtzer.
Buenas tardes a tod@s
ResponderEliminarVisión fresca y desahogada de condicionantes. Carlos y María, María y Carlos: “…..incertidumbre y miedo a morir”.
Hace tiempo leí un artículo que he rescatado. Su autora, Diana Mejía, establece un paralelismo entre las concepciones de la muerte en Epicuro de Samos y Arthur Schopenhauer. Cabría pensar que Don Arturo lo tendría mas fácil al llevarle a Don Epicuro dos mil años de ventaja, pero el primero llega a la misma conclusión por una vía que yo calificaría beligerante con las propuestas del segundo.
Por un lado, Schopenhauer declara que no debe existir temor alguno cuando ésta (la muerte) se presente, pues la naturaleza misma así lo ha determinado para cada uno de los habitantes del mundo. De igual manera, Epicuro hace notar que el temor a la muerte es algo infundado, y por lo demás irracional, puesto que cuando llega las sensaciones cesan. Bien es cierto que no comentan nada respecto al dolor en el final de la vida.
Aunque la filosofía schopenhaueriana es “altamente” trágica y sumamente racional, y el epicureísmo, por el contrario, se fundamenta en la esperanza de una vida feliz, poseen una relación en sus formas de concebir la muerte de manera “sensata”, pues están de acuerdo en decir que la muerte es un elemento más de la vida.
Uno desde el hostil racionalismo y otro desde el acogedor hedonismo, concluyen en que la muerte solo es cuando está y cuando está ya no se es.
Y es la idea del ser, la que nuestro estagirita Aristóteles, considera origen de la metafísica (o ciencia del ser). Todo lo que nos lleva a relacionarnos con los demás esta sustentado en esta ciencia. Aunque nos parezca mentira, la metafísica es la ciencia común y previa a las ciencias particulares.
Identificarse ante aquel que te ha identificado como SU NEXO A LA VIDA, es efectivamente, reconocer “la Sustancia Primera, el sujeto concreto, el individuo, lo que nos interesa”. Aristóteles opina así.
Gracias.
Félix José Martín Gallardo.
swx20088@gmail.com
no se que clase de profesionales soys vosotros, pero muchos hace tiempo que ya trabajamos estos temas.
ResponderEliminarotros nuevos descubridores de nada.
¡Fenomenal! A seguir así. Cada uno lo ve cuando puede.
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