En nuestro trabajo, son muchas las ocasiones que debemos establecer una comunicación con la familia del paciente, bien sea para informar de los futuros cuidados del paciente o para valorar su estado.
Seguro que muchos de nosotros hemos podido observar e incluso participar en una comunicación ineficaz con las familias, en muchas ocasiones fruto de los prejuicios e interpretaciones que realizamos los profesionales sobre las propias creencias o valores sobre la familia.
Seguro que muchos de nosotros hemos podido observar e incluso participar en una comunicación ineficaz con las familias, en muchas ocasiones fruto de los prejuicios e interpretaciones que realizamos los profesionales sobre las propias creencias o valores sobre la familia.
No somos conscientes, o a veces sí, que las horas de espera, la hospitalización, el dolor, la higiene… son factores y situaciones que aumentan el estrés para el paciente y la familia. Y normalmente resolvemos los problemas con el paciente, como si fuera un problema aislado de la familia, cosa que es errónea, ya que debemos concebir al paciente como un ser dentro de un grupo. Incluso, normalmente las quejas serán transmitidas por el familiar y no por el paciente.
¿Cuántas veces hemos soportado quejas de los familiares? ¿Cuántas veces nos hemos sentido agraviados por la familia?
Y... ¿cuántas veces nos hemos parado a no juzgar por nuestras creencias y valores? ¿Cuántas veces hemos empatizado con ese familiar que lleva días durmiendo en la silla acompañando al paciente?.
La familia no es la visita. Es mucho más. Y forma parte de la experiencia del paciente.
Somos un colectivo con un contacto cotidiano con los pacientes y sus familiares, y si aprendemos a abordar los efectos colaterales que conlleva la hospitalización con la familia, lograremos un resultado más positivo.
Un ejemplo representativo, es el que puede suceder en cualquier planta de hospital donde haya un paciente que lleve unos días hospitalizado y siempre esté el mismo familiar. En los primeros días el familiar puede estar receptivo, colaborador e incluso será paciente, sin embargo, al cabo de los días, la situación de estrés, agobio e impotencia agravará el cansancio del familiar y de ahí, las posibles quejas o inconvenientes hacia el personal sanitario.
Debemos dar y mostrar empatía, escucha activa, respeto y tolerancia al paciente y su familiar, incluyendo este último en el proceso de enfermedad del propio paciente. Así lograremos mejorar la salud del paciente y en consecuencia, establecer una comunicación eficaz con todos ellos.
Carlos Martorell Campins (carlosmartorellcampins@gmail.com)
Técnico en emergencias sanitarias y estudiante de Grado Enfermería.
Somos un colectivo con un contacto cotidiano con los pacientes y sus familiares, y si aprendemos a abordar los efectos colaterales que conlleva la hospitalización con la familia, lograremos un resultado más positivo.
Un ejemplo representativo, es el que puede suceder en cualquier planta de hospital donde haya un paciente que lleve unos días hospitalizado y siempre esté el mismo familiar. En los primeros días el familiar puede estar receptivo, colaborador e incluso será paciente, sin embargo, al cabo de los días, la situación de estrés, agobio e impotencia agravará el cansancio del familiar y de ahí, las posibles quejas o inconvenientes hacia el personal sanitario.
Debemos dar y mostrar empatía, escucha activa, respeto y tolerancia al paciente y su familiar, incluyendo este último en el proceso de enfermedad del propio paciente. Así lograremos mejorar la salud del paciente y en consecuencia, establecer una comunicación eficaz con todos ellos.
Carlos Martorell Campins (carlosmartorellcampins@gmail.com)
Técnico en emergencias sanitarias y estudiante de Grado Enfermería.
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