Dicen que una imagen vale más que mil palabras.
Este dibujo lo realizó una niña después de estar ingresada en una UCI y fue publicada en JAMA en 2012.
En él puede verse a la niña acompañada por su familia y su hermano pequeño. El profesional está de espaldas a la paciente escribiendo en el ordenador. Al final, esa es la percepción de la niña tras su estancia en UCI, y así lo plasmó.
Una simple imagen para hacernos reflexionar sobre los efectos colaterales que puede llegar a tener la tecnología en la relación de los profesionales con nuestros pacientes.
Seamos sensibles a lo importante: las personas, no las máquinas. Es la base del respeto a nuestro propio trabajo y del trato digno a nuestros pacientes.
Dra. Olga Rubio
Médico Intensivista
Fundació Althaia Hospital Sant Joan de Déu
Una simple imagen para hacernos reflexionar sobre los efectos colaterales que puede llegar a tener la tecnología en la relación de los profesionales con nuestros pacientes.
Seamos sensibles a lo importante: las personas, no las máquinas. Es la base del respeto a nuestro propio trabajo y del trato digno a nuestros pacientes.
Dra. Olga Rubio
Médico Intensivista
Fundació Althaia Hospital Sant Joan de Déu
Me ha encantado. Cuánta razón en un simple dibujo. Deberíamos reflexionar como sociedad acerca de tanta nueva tecnología. Nos acerca al que está lejos pero nos aleja del que tenemos al lado, haciendo que nos perdamos momentos únicos e irrepetiblese. Una pena.
ResponderEliminarIgual que el cuadro de Picaso; Ciencia y Caridad casi con 80 años de diferencia.......
ResponderEliminarBuenos días a tod@s.
ResponderEliminarNo he logrado encontrar el original en JAMA, pero si quiero contaros como sufren los niños otras “catástrofes”. Y lo hago desde la vivencia del Dr. Pablo Simón Lorda. Teclead su nombre en Google y sabréis cuan relevante es su opinión.
Cuando todo acabó, le escribí un wassap que decía: “Pablo en Lesvos. ¿Quién te iba a decir que irías a la cuna de la Ética a practicar el hábito de la “areté”?”.
Él describe su experiencia en un periódico local de Granada, donde reside y es médico de familia en el pueblo de Chauchina. Lo primero que dice es: “Ya no soy el mismo que cuando vine”. Hasta final de diciembre de 2015 permaneció en Lesvos como cooperante “algo que marcará el resto de mi existencia”. Tomó la decisión de ir un día que a Inés, su esposa, le confesó: “La gota que colmó mi vaso fueron LAS MIRADAS DE LOS NIÑOS apelotonados bajo la lluvia en la frontera de Hungría”.
Atendió en las instalaciones de ACNUR a niños enfermos, mujeres con ataques de pánico rememorando escenas de ahogamientos en el mar, familias enteras ateridas de frío y hasta colegas sirios de profesión con miles de kilómetros bajo sus pies hinchados. “El 24 de noviembre un sirio de 60 años me dijo casi llorando: "nos han quitado LA DIGNIDAD". No supe contestar”. “Escuchas historias terribles.... Hay muchos, muchos niños”.
Entre sus descubrimientos, Pablo Simón habla de su toma de conciencia de lo similares que somos los seres humanos. “Por tanto, respetando la IDENTIDAD ÚNICA de cada persona y cada cultura, esas divisiones radicales…..son pura falacia malintencionada. Todas las personas sonríen en el mismo idioma”.
“Efectos colaterales”. Pues fíjate los que tienen las guerras.
Gracias.
Félix José Martín Gallardo.
swx20088@gmail.com
Buenos días,
ResponderEliminarMe ha encantado la reflexión y el debate que nos propone la buena amiga Olga Rubio, a quién conozco y tengo en gran estima. Bajo mi perspectiva y así lo he publicado en mi facebook, deshumanizar la atención es una decisión personal de cada uno de nosotros. La tecnología solo es el medio. Por eso de la misma manera que siempre apuesto por el uso más humano posible de la tecnología también creo que usarla como escudo para no afrontar la correcta relación humana y emocional con nuestros pacientes es una decisión en manos de cada uno de nosotros.
Pero también quiero insistir en que hay que ser valientes y tirar muros tópicos y tabús.
@carlescalaf