Publicado en las páginas de opinión del New York Times el 4 de Septiembre de 2014 por Pranay Sinha, os presento este impactante artículo de opinión tras el suicidio de dos residentes durante el mes de septiembre.
Foto de Anna Parini
Las estadísticas son escalofriantes: los médicos se suicidan el doble que el resto de la población, y si son mujeres, el triple. En Estados Unidos, 400 médicos se suicidan al año siendo los más vulnerables los médic@s jóvenes al principio de su formación (hasta casi un 10% de los estudiantes tienen pensamientos suicidas según un estudio reciente).
Los programas de formación ponen a prueba la estabilidad mental y física de los médicos, que llegamos a trabajar más de 80 horas semanales durante la Residencia. En pocos lugares se tiene en cuenta este dato, puesto que no hay programas que se preocupen del bienestar de los profesionales.
Estrés, aislamiento social, agotamiento físico y mental. Presión de tus superiores y desde el sistema. Responsabilidad incrementada de forma exponencial en un breve espacio de tiempo, de ser estudiante a ejercer la Medicina.Y falta de conocimiento de las situaciones límite, dado que es común pensar que el médico no necesita ayuda y que está por encima de todo y que no puede dudar.
Los primeros meses se llenan de fatiga, que deriva en errores clínicos y que necesitan de una supervisión estrecha.Y muchas veces todo ello acaba en el autoaislamiento y la depresión no reconocida.Y la duda.
Quizás tengamos que admitir que en ocasiones necesitamos ayuda, como el resto de los seres humanos.
Que podemos poner voz a esas dudas silenciadas y a esos miedos. A la tristeza de certificar la primera muerte de un paciente, a la mortificación de cometer errores de prescripción, a la verguenza de no saber una respuesta.
No estamos solos.
Un médico cansado y deprimido nunca podrá cuidar bien de sus pacientes. Vamos a cuidarnos para poder cuidar a los demás.
Feliz martes,
Gabi
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