Desde que empecé a trabajar en unidades de cuidados intensivos me pregunto qué sentimientos se entrecruzan en las salitas de espera de nuestras unidades.
En muchas de ellas permanecen de manera perenne los familiares y amigos del paciente en las primeras horas tras el ingreso. Con el tiempo, sólo permanecen pareja, padres y hermanos, y si la patología se alarga, como en ocasiones sucede, es generalmente la pareja y la madre, incansable, la que no falta nunca a las visitas, mientras el resto de la familia se escalona.
En las salas de espera de las ucis de los grandes hospitales se entrecruzan los visitantes noveles con los que llevan algún tiempo en esto, unidos en el espacio físico de una habitación decorada con mayor o menor confortabilidad y gusto, y por un proceso de enfermedad de un familiar de gravedad. Puede identificarse los signos de la fatiga en los rostros de los que más tiempo llevan habitando nuestras "Salas de espera" , que según Wikipedia es " una parte de un edificio donde la gente se sienta o permanece de pie hasta que el hecho que está esperando ocurre "¿Cuál es el hecho que esperan los familiares de nuestros pacientes? ¿Siempre es la mejoría? ¿el alta?
Por definición la espera es un hecho pasivo. Esperamos que suceda algo, pero no participamos en ello, dejamos que otros actúen y nosotros esperamos los resultados.
Pasivamente.
Pero tal vez algo está cambiando en nuestras ucis y los familiares dejen de "Esperar" como meros sujetos pasivos para participar activamente en los cuidados de sus hijos, hermanos, padres... Otra cuestión es si los familiares y los propios profesionales estamos preparados para abrir las puertas de nuestras UCIs, pero mientras esta circunstancia se evalúa y articula (en algunos centros ya existe la figura del enfermero/a acompañante para asesorar a las familias que quieren participar en el cuidado de su familiar, y son múltiples los estudios iniciados sobre la UCI de puertas abiertas) la realidad es sólo una: hoy nadie discute ya la oportunidad de Humanizar los Cuidados Intensivos y hacerlos más cercanos a la participación del paciente y su familia, pues, en definitiva, él es el centro de nuestros cuidados.
Tal vez no podamos mitigar completamente la fatiga y el cansancio de una madre con su hijo ingresado en UCI durante un largo periodo de tiempo, pero sí podemos (y debemos) dejar que salga de su papel pasivo en los cuidados y participe en ellos.
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Que pase más tiempo junto a su hijo que en la sala de espera.
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