Que Pedro (el médico intensivista) y Eva (la enfermera veterana) tenía mala relación era vox populi.
Cuando estabas con ellos el aire se cortaba. Llegaban a incomodar al resto.
Cuando entré de guardia aquel sábado, me comentaron que el señor del box 4 llevaba un marcapasos femoral transitorio. Ingresó por un Bloqueo AV completo que cuando aparecía espontáneamente le provocaba cuadros de pérdida completa de conocimiento. Parecía claro que su destino era la implantación de un marcapasos definitivo pero hasta el lunes no sería posible. Entre tanto, el paciente ingresó en la UCI.
Si no se bloqueaba todo iba perfecto; tranquilidad absoluta.
Repentinamente saltó la alarma de paros. Vicente se había bloqueado nuevamente. Todos corrimos hacia el box 4.
Eva, al estar cerca, fue la primera en llegar. Entró en el box y encendió el marcapasos con la tranquilidad que emitían sus conocimientos y experiencia. ¡Cuanto aprendí de ella esos años en que yo era joven!.
Mientras me acercaba ví perfectamente como Vicente estando inconsciente, se recuperó de la pérdida conocimiento y pasó a estar perfectamente despierto.
Miró a su alrededor, nos observó fijamente y dijo con voz de tristeza y frustración: “Otra vez... ¿No?”.
Pedro el intensivista llegó a la carrera. Todo había pasado, fue muy rápido. Estoy seguro que cuando llegó su percepción es que allí no había pasado nada, incluso las P sin QRS se habían corrido de la pantalla. Probablemente de la escena que apenas debió duró 30 segundos. Él solo había oído el sonido de las alarmas.
-¿Qué ha pasado? – Preguntó con tono arrogante.
-Se ha bloqueado otra vez – Replicó Eva.
-¿Y?
- He encendido el marcapasos. Lo dejaste programado – argumentó Eva con tono duro.
Se instaló un profundo silencio, tensión…
-¿Quién te ha dado permiso? – Le recriminó Pedro-.
-Mi sentido común – Contestó ella con entereza-.
-Yo no soy tu sentido común – La cara de Pedro estaba ya desencajada.
Nuevo y profundo silencio, la tensión no paraba de subir.
- Por mí no hay ningún problema. Tú eres su médico. Si lo deseas puedes parar el marcapasos cuando quieras, y a ver qué pasa… - Le soltó con voz irónica Eva.
-¡¡AQUÍ EL APARATO NO LO TOCA NADIE!! - Clamó Vicente, el paciente. ¿HA QUEDADO CLARO? - Insistió.
- CONMIGO NO VAIS A JUGAR, vuestras diferencias las limpiáis en otro lado. ¿Os ha quedado claro?. -Recalcó de nuevo-.
Como nos dice el Profeta: “Ahí os lo dejo…".
A veces el paciente pone más cordura que una mala gestión de las emociones.
Historia basada en hechos reales.
Es lo que ocurre eb ocasiones, en lugar de apartarse y debatir en privado. No recordamos que los pacientes están atentos a lo qie se dice....
ResponderEliminarExcelente ejemplo de como rencillas personales o corporativistas atentan contra la cordura. Y si nosotros la perdemos en ocasiones, debe haber quien nos recoloque en nuestro lugar: el verdadero protagonista.
ResponderEliminar¿Se han planteado la de veces que hacemos el ridículo en situaciones absurdas como esta?
y yo sigo planteándome, cuál es el problema de que sea ella quien lo encienda, si incluso está previamente configurado por el médico y se ha actuado de forma correcta, sensata Y CON CONOCIMIENTO DE CAUSA, no a la ligera sin saber el porqué de las cosas.
ResponderEliminarHabría que esperar a que el médico pueda llegar, dándose la casualidad de que pueda estar ocupado y tarde mucho, a costa de que el paciente empeore con lo que se puede solucionar con un click, por el simple hecho de que sea ÉL? bajo mi punto de vista eso se llama egocentrismo e incluso miedo a que se vea que el trabajo es de equipo y no individual. Ya esta bien del trabajo individual, a ver si entre todos fuera posible trabajar en pro del paciente, de su bienestar y curación, que al menos a mi es lo que me interesa: dejémonos ya los méritos y de fardar.
Es la simple opinión, de un enfermero que a veces también le surgen esos problemas.