¡Queridísimos compañeros!
He visitado sus bellas y culturales tierras, pues tuve el privilegio de asistir al “X Congreso Panamericano e Ibérico de Medicina Intensiva”.
Pude conocer a 2 blogger y participantes del Proyecto HU-CI, y realmente ¡fueron días increíbles! (sin hacer mención a que se sintió muy bien celebrar el triunfo de Chile en tierras españolas).
Pero como no todo es estudio, pude destinar 1 día para recorrer la ciudad histórica llamada Toledo, ¡qué hermosa ciudad!; caminar por sus callecitas y disfrutar de la construcción hicieron de mi tarde algo inolvidable.
Mientras paseaba en el tren turístico, nos mostraron el lugar en el cual se encontraba el Hospital Tavera, para mi sorpresa…fuera de las murallas; y la razón: para que los que estaban en la ciudad no se “contagiaran de lo que los enfermos padecían”.
Tal vez algo muy lógico para aquella época, pero que de alguna manera sigue presente hasta el día de hoy, y no me refiero a los elementos de barrera que utilizamos para el manejo de infecciones, sino no más bien a las murallas de desapego, acostumbramiento e indiferencia que muchas veces los que trabajamos en los hospitales levantamos para dejar “fuera” a estos pacientes que nos pueden contagiar, y no de enfermedades…sino que nos pueden contagiar su dolor, sus miedos.
Descubrí que muchas veces levantamos estos muros para evitar conectarnos y hacernos uno, uno en el desafío de hacer de nuestra tarea una más humana.
Verónica Rojas
jueves, 26 de junio de 2014
Toledo, lecciones de una ciudad amurallada
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Puedo decir que mientras las barreras sean tangibles, uno podrá estudiarlas y analizarlas porque algún lado se mostrarán vulnerables. El gran problema que nos topamos: con las barreras invisibles. Mientras las podamos visualizar podremos.atacarlas o contrarrestarlas. Ahora, cuando son suprasencibles: ¿como podemos encontrar su punto vulnerable? Y diré que la distancia no la marcan los kilómetros (con nuestras actitudes podemos estar al lado de nuestro vecino y ser terriblemente indiferentes) , allí la distancia que hemos marcado es abismal y más que dolorosa. Nuestra indiferencia ante el dolor ajeno, ¿dejaré este tema como reflexión si la distancia la marcan los kilómetros o nuestros procederes? Y nos respondamos a vosotros mismos. Si queréis comentamos vuestra opinión, pero lo importante es uno. ¿Intentar revertir nuestra propia opinión?
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