Esta es la historia de Felipe Díaz Izarraulde, ¡un chileno que tuvo la oportunidad de nacer otra vez!. Simplemente un héroe cotidiano que ha querido contarnos su historia.
“ Viví siete meses en la UCI ... esta ha sido la experiencia más fuerte que me ha tocado vivir y que jamás olvidaré, a mis 17 años de un día para otro me vi envuelto entre visitas médicas, exámenes y estudios de laboratorio.
El objetivo era descubrir el origen de mí deteriorado estado de salud que iba empeorando día a día. Fue así que pase de una sala común a la UCI Adultos del Hospital.
Estaba en el lugar de los pacientes críticos. Sentí temor, angustia, preocupación.
La restricción de visitas y los horarios eran muy limitados: una hora en la mañana y otra en la tarde, demasiada larga la espera para poder ver a mi familia y así poder calmar mi ansiedad.
En una de las visitas el doctor de turno llamó a mi mamá y con solo verle el rostro me di cuenta que algo pasaba, me comunicaron que me debían dormir, era la mejor opción para poder tratarme. Accedí y prometí que lucharía hasta el final, yo solo quería recuperarme.
Al paso de un mes abrí mis ojos, estaba con traqueotomía, con drenajes en mis pulmones, sondas, cables, no podía hablar, no tenía fuerzas ni para moverme, me invadió una sensación de vulnerabilidad ya que dependía de terceros y para todo.
Al séptimo mes conseguí la anhelada alta del hospital, pero el alta medica definitiva solo fue después de un año y dos meses. Miro atrás pudiendo identificar claramente lo que marcó la diferencia en mi proceso de sanación; mis ganas de vivir, el apoyo de mi familia, la pasión de doctores, enfermeros, auxiliares, amigos, compañeros, profesores, conocidos, anónimos y en especial al hospital por haberle permitido a mis padres pasar más tiempo conmigo en la UCI.
Al paso de un mes abrí mis ojos, estaba con traqueotomía, con drenajes en mis pulmones, sondas, cables, no podía hablar, no tenía fuerzas ni para moverme, me invadió una sensación de vulnerabilidad ya que dependía de terceros y para todo.
Al séptimo mes conseguí la anhelada alta del hospital, pero el alta medica definitiva solo fue después de un año y dos meses. Miro atrás pudiendo identificar claramente lo que marcó la diferencia en mi proceso de sanación; mis ganas de vivir, el apoyo de mi familia, la pasión de doctores, enfermeros, auxiliares, amigos, compañeros, profesores, conocidos, anónimos y en especial al hospital por haberle permitido a mis padres pasar más tiempo conmigo en la UCI.
Esto fue vital en mi recuperación.
Estar junto a ellos fue la medicina complementaria fundamental que surtió efecto. Justamente en los momentos difíciles la unión de fuerzas, energías y fe compartida fueron la fórmula que permitió lo tan esperado por todos, mi curación total.
Estar junto a ellos fue la medicina complementaria fundamental que surtió efecto. Justamente en los momentos difíciles la unión de fuerzas, energías y fe compartida fueron la fórmula que permitió lo tan esperado por todos, mi curación total.
Hoy puedo decir que he vuelto a la vida para compartir esta mi experiencia con ustedes”.
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