El paciente de ese día era un hombre de mediana edad que
había sufrido un accidente de tráfico y presentaba un Traumatismo craneoencefálico grave, le estaban
realizando las pruebas que habrían de confirmar el peor diagnóstico posible.
Era el tercer turno que coincidía con sus familiares y
conocía por sus descripciones que era un hombre enérgico, divertido y con
sentido del humor. Pero él no podía decirme nada, sólo tosía de vez en cuando y
no abría los ojos. Yo interpretaba las curvas de los monitores para entender
cómo se podía encontrar en cada momento. Las curvas de colores eran nuestro
lenguaje.
Cuando mi compañera y yo estábamos hidratando la piel, ya
habíamos cambiado las sábanas de la cama, él abrió los ojos justo en el momento
en el que yo le miraba. No había intención en su mirada, o tal vez sí, pero eso
bastó para hacerme recordar que no estábamos sólo delante de un cuerpo. Sus
ojos perdidos en el techo de la habitación, por un momento, me descubrieron que
él podía existir detrás de su rostro inerte.
Entonces empecé a hablarle como si de verdad pudiese oírme y a escucharle también con los ojos, me centré en hablarle con las manos y en tocarle con calma para hidratarle minuciosamente la piel.
A lo mejor, eso lo oiría."
Yasmina Díaz
D.U.E de Medicina Intensiva del Hospital Clinic de Barcelona
Entonces empecé a hablarle como si de verdad pudiese oírme y a escucharle también con los ojos, me centré en hablarle con las manos y en tocarle con calma para hidratarle minuciosamente la piel.
A lo mejor, eso lo oiría."
Yasmina Díaz
D.U.E de Medicina Intensiva del Hospital Clinic de Barcelona
Seria extraordinario que toda nuestra sanidad tuviera la sensibilidad para tratar a todas las personas que se encuentran en esa situación con la delicadeza que lo hace Yasmina, Gracias en nombre de los que no pueden hacerse oir.
ResponderEliminarFántastico artículo!!!
ResponderEliminar¿Será verdad aquello de que uno es como escribe?. Yo estoy totalmente convencido de ello.
Gracias Yasmina